Cuidando el divino romance
Cuidando el divino romance.
Hoy estamos cerrando nuestra serie “Divino Romance.” Aprendimos que en el corazón de un Dios amoroso, surgió el anhelo de crear un ser con el cual tener una relación personal e íntima. No lo necesitaba, lo quería. Y por eso creó al ser humano a su imagen y semejanza. Por eso, a lo largo de la historia siempre ha venido a visitarnos como lo hizo en el Edén y siempre ha estado al pendiente nuestras necesidades. Cuando el ser humano se ha desviado, alejado y escondido de Dios, él siempre ha buscado maneras de continuar ese divino romance: Primero con Noé, luego con Israel, luego a través del mensaje de los profetas y también al enviar a su Hijo Jesús. ¿Por qué? Porque él es un Dios que no se rinde en el proyecto de conquistar nuestro corazón.
Desde el principio dijimos que El divino romance sucede porque nosotros necesitamos estar con Dios; y Dios anhela estar con nosotros.
Hoy, para cerrar esta serie, voy a hablar de la importancia de cuidar nuestro divino romance. Porque todos sabemos que las relaciones se puede deteriorar, y nuestra relación con Dios también. En el libro El Cantar de los Cantares, hay un fragmento que nos ayudará a entender esto.
Cantares 2:15 15 Cazadnos las zorras, las zorras pequeñas, que echan a perder las viñas; Porque nuestras viñas están en cierne.
Nuestras viñas están en cierne, significa que están floreciendo para después dar fruto. Las viñas en cierne están aún en proceso de desarrollo y si no se cuidan, todo se podría venir abajo.
“Las zorras son esos pequeños animalitos que se meten en los viñedos y se comen el fruto, echando a perder toda la cosecha; porque las zorras grandes, cuando se meten en los viñedos, ciertamente se comen el fruto. Pero las zorras pequeñas, como no alcanzan el fruto, se tienen que levantar y se tienen que estirar, y al hacerlo rompen toda la rama, y entonces no sólo se pierde el fruto sino que se pierde también la siembra y toda la cosecha.
O sea que cuando las zorras pequeñas entran en el viñedo destruyen totalmente lo que antes se había sembrado, y hay que resembrar, hay que restaurar el viñedo completo.
Estos astutos animales, por ser zorras pequeñas se meten por cualquier agujero, y por esa astucia y agilidad que tienen se hacen difíciles de cazar, pero el daño que causan a los frutos es muy grande y aunque no es instantáneo y a veces no son notorios, este daño en ocasiones es enorme e incalculable.”[1]
Cuando el amado dice “Cazadnos las pequeñas zorras”, está diciendo: Cuidemos esta relación. Esta relación es hermosa, pero es frágil. Estas palabras de Salomón a su esposa, nos llaman a poner atención a las pequeñas cosas que podrían dañar nuestro divino romance con Dios, y de ellas aprendemos que
Hay situaciones que puede deteriorar el divino romance, si no lo cuidamos.
Esta plática trata del llamando de Dios a cuidar nuestra relación con él, y de tres elementos que la dañan seriamente, ya que relación significa reiteración. Relación es la acción y el efecto de llevar conocimiento otra vez. Cuando uno se relaciona, lo que hace es llevar conocimiento de uno a otro, estableciendo así una conexión (mental, emocional, física) Por eso, cuando ciertos elementos se interponen en una relación, la pueden dañar, o incluso, destruirla.
¿Qué elementos dañan nuestra intimidad y nuestro romance con Dios?
- La religiosidad.
El ser humano es profundamente religioso, y por increíble que parezca, la religiosidad es una pequeña zorra que hay que cazar porque puede dañar terriblemente nuestra intimidad con Dios.
La religión nos separa de Dios porque nos hace creer que estamos con Él cuando en realidad no lo estamos, y eso impide una verdadera intimidad con Dios. Y cuando menos pensamos estamos viviendo sólo prácticas religiosas pero muy lejos de Dios.
Al practicar con entrega una religión podríamos estar convencidos de que algo es correcto, convencidos que las cosas deben ser de cierta forma, podríamos estar cumpliendo con las reglas, y exigiendo que los demás también las cumplan. Podríamos estar incluso criticando a los que hacen las cosas de manera diferente a nosotros, pero sin una relación real con el Dios vivo, eso es religiosidad, no relación con Dios.
Por ejemplo: Asistiendo a la iglesia, pero nunca acercándonos a Dios a solas, en casa. Hablando cristiañol, donde abundan las palabras “Amén”, “Aleluya” y “Hermano”, pero también mintiendo, hablando majaderías o hablando mal de las personas. Dándole like a los versículos de la Biblia en Facebook, pero sin leer la Biblia nunca; sin la intención de conocer al Dios que se revela en ella. Eso es religión. Y eso daña nuestra intimidad con Dios. Daña el divino romance.
¿Qué elementos dañan nuestra intimidad y nuestro romance con Dios?
- La falsedad.
Para acercarnos a Dios, debemos ser genuinos e íntegros. No podemos acercarnos a Dios faltos de integridad, o viviendo en falsedad. Mira lo que dice la Biblia:
Salmo 15:1-5 1Oh SEÑOR, ¿quién habitará en tu tabernáculo? ¿Quién residirá en tu santo monte? 2 El que anda en integridad y hace justicia, el que habla verdad en su corazón, 3 el que no calumnia con su lengua ni hace mal a su prójimo ni hace agravio a su vecino; 4 aquel ante cuyos ojos es menospreciado el vil pero que honra a los que temen al SEÑOR; aquel que, a pesar de haber jurado en perjuicio suyo, no por eso cambia; 5 aquel que no presta su dinero con usura ni contra el inocente acepta soborno. ¡El que hace estas cosas no será movido jamás!
Dios no soporta la falsedad de corazón. Por falsedad estamos hablando de hipocresía. Cuando damos una cara al mundo, pero en realidad somos otra cosa muy distinta en nuestro interior, y especialmente con nuestra familia. En la iglesia parecemos muy santos, pero en la vida diaria somos muy diablos: hacemos trampas, fraudes, mentimos, actuamos con ventaja para obtener beneficios a costa de perjudicar a otros, en una palabra: somos corruptos. Eso no le agrada a Dios. Cuando le damos una “ofrenda de amor” a los policías de tránsito para que no nos detengan, cuando nos metemos en la fila del banco, de la escuela, o de las tortillas, cuando manipulamos personas o cosas para ganar a costa de que otro pierda, etc. Todo eso es falsedad o falta de integridad que nos impide acercarnos a Dios.
Falsedad en el corazón es actuar como los fariseos, que mostraban una cara de piedad a la sociedad, pero en su interior eran otra cosa muy distinta. Dios aborrece eso. Por eso Jesús confrontó la falsedad de los fariseos. Los confrontó con su hipocresía. Veamos lo que les dijo:
Mateo 23:27 “¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas! Porque son semejantes a sepulcros blanqueados que, a la verdad, se muestran hermosos por fuera; pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda impureza.
Intimidad con Dios es mostrarnos tal como somos, donde sea que estemos. Jesús no espera que seamos perfectos, él espera que seamos sinceros. Que reconozcamos nuestra condición real delante de él. Que seamos transparentes ante Él y ante los demás. Cuando estemos en Su presencia, llamemos a nuestra condición por su nombre: cuando sintamos temor, admitámoslo, cuando tengamos dudas, expresémoslas al Señor, y de igual manera, cuando sintamos rencor contra alguien, reconozcámoslo ante Dios. Eso es tener intimidad (confianza) con Dios. Al hacerlo, él nos ayudará a gestionar todos esos sentimientos reales y nos ofrecerá soluciones reales. Pero al no hacerlo, permanecemos en la misma condición.
Dios jamás ha rechazado a aquel que con arrepentimiento y sinceridad le busca y reconoce su condición delante de él.
Salmo 51:17 El sacrificio que te agrada es un espíritu quebrantado; tú, oh Dios, no desprecias al corazón quebrantado y arrepentido.
La falsedad nos impide acercarnos a Dios y buscar su rostro, la falsedad daña el divino romance que tenemos con Dios; pero la sinceridad de corazón nos acerca a él. Si deseamos que nuestra intimidad con Dios crezca, debemos cazar la pequeña zorra de la falsedad. Si tienes necesidad, no te muestres autosuficiente. Si no sabes, pregunta. No pretendas convencer de que todo lo tienes bajo control. Reconocer nuestra condición real es humildad, y la humildad abre muchas puertas, principalmente la de la intimidad con Dios y con otros.
¿Qué elementos dañan nuestra intimidad y nuestro romance con Dios?
- La frialdad.
Cuando Jesús enseñó sobre adoración, rompió con todo lo establecido. En la antigüedad, la relación con Dios era una relación de miedo, una relación lejana entre el adorador y su dios.
En la adoración ritual de las religiones antiguas todo era a base de ceremonias y formalismos; en unas religiones las ceremonias eran más extravagantes y exageradas que otras. En la antigüedad, lo que se buscaba al acercarse a sus dioses, era su protección, su ayuda, su bendición, más que una relación de amistad con él. Igual sucede el día de hoy, la gente se acerca a Dios para que les ayude con un problema, para que los proteja, para que les salga bien un negocio, etc. Pero no para tener una relación de amor con él.
Pero Jesús nos enseñó que nuestra relación con Dios puede ser una relación de amor e intimidad. Puede ser un divino romance.
Por eso nos enseñó que al acercarnos a Dios podemos ir a él como un pequeño va a su padre amoroso. La palabra griega Proskuneo que se traduce adoración, denota calidez, intimidad, confianza, seguridad, y tiene que ver con un acercamiento que nace del corazón, una inclinación voluntaria hacia Dios que genera un profundo apego. (Amor fiel)
Sin embargo, a veces el corazón se enfría. Nos envolvemos en la vida, en los negocios, en los compromisos, en el Facebook, etc., mientras nuestra relación con Dios se va enfriando y nos volvemos apáticos a su presencia. Y Dios está allí, pero no nos importa, nos hemos enfriado. Incluso podemos ser cristianos muy activos en la obra de Dios, participantes en el ministerio, pero fríos, indiferentes con Dios. En la Biblia hay un registro de una iglesia a la que le ocurrió así. Veamos:
Apocalipsis 2:2-5 Yo conozco tus obras, tu arduo trabajo y tu perseverancia; que no puedes soportar a los malos, que has puesto a prueba a los que dicen ser apóstoles y no lo son, y que los has hallado mentirosos. 3 Además, sé que tienes perseverancia, que has sufrido por causa de mi nombre y que no has desfallecido. 4 “Sin embargo, tengo contra ti que has dejado tu primer amor. 5 Recuerda, por tanto, de dónde has caído. ¡Arrepiéntete! Y haz las primeras obras. De lo contrario, yo vendré pronto a ti y quitaré tu candelero de su lugar, si no te arrepientes.
Esta era una iglesia muy activa ministerialmente. Una iglesia perseverante y muy pura doctrinalmente. Sin embargo, el reclamo del Señor fue: No me amas como al principio. No cuidas nuestro divino romance. Ya no significo para ti lo mismo que significaba en los inicios de tu caminar conmigo: haz dejado tu primer amor. Tu corazón se ha enfriado…me has abandonado.
Si queremos buscar el rostro de Dios, debemos demoler la frialdad de nuestros corazones endurecidos y buscar a Dios frecuentemente con amor y ternura. Con pasión espiritual.
El amado nos dice:
Cantares 2:15 15 Cazadnos las zorras, las zorras pequeñas, que echan a perder las viñas; Porque nuestras viñas están en cierne.
Esto significa: identificar esas cosas que están dañando nuestro divino romance y escharlas fuera de nuestra vida. Hoy analizamos tres: La Religiosidad que nos engaña haciéndonos creer que estamos con Dios cuando en realidad no lo estamos. La Falsedad o la hipocresía cuando hacemos las cosas con doble intención y no somos genuinos, y La Frialdad, cuando perdemos la ternura y el amor para con nuestro Dios y todo lo hacemos por compromiso y sin pasión.
Jesús nos da la clave para cazar esas pequeñas zorras, se llama arrepentimiento. Él dijo:
Apocalipsis 2:5 5Recuerda, por tanto, de dónde has caído. ¡Arrepiéntete! Y haz las primeras obras.
Tres pasos para recuperar tu primer amor:
1-Recuerda cómo eras en los inicios tu vida cristiana. (Y recuerda por qué)
2-Arrepiéntete de la religiosidad, o la falsedad, o la frialdad ante Dios, las cuales son pecado. Renuncia a esas cosas y a todo lo malo que has adquirido en el camino. Cambia de rumbo. Y por último, Jesús dice:
3- Haz lo que hacías en tus inicios como cristiano. Ora como orabas al principio, adora como adorabas al principio, busca a Dios como lo buscabas al principio.
Llamar a los músicos:
En esta primera serie del año, Dios nos está llamando a establecer lo importante primero: nuestra relación con Dios. Dios nos está llamando a tener un divino romance con él. Él nos anhela, y nosotros lo necesitamos. Debemos cuidar ese divino romance si ya lo hemos empezado, y la manera de cuidarlo es, como decía Salomón: Cazando las pequeñas zorras, es decir, quitando los obstáculos para vivir una relación íntima con el Señor.
Cantar. Lo único que quiero es adorarte.
En esta serie hemos aprendido que Dios no nos necesita, él nos ama. Y cuando nos desviamos o alejamos, él nos busca, porque él no se rinde en el proyecto de conquistar nuestro corazón. Aprendimos que tenemos una profunda necesidad de Dios, por eso debemos cuidar nuestra relación con él.
¿Qué cosas te están estorbando para responder al amor de Dios? ¿Es alguna práctica deshonesta? ¿Algún rencor contra alguien? ¿Alguna situación peligrosa escondida? Dios nos está llamando a dejar atrás todo lo que nos estorba para entregarnos a él con mayor pasión y entrega.
Dios anhela que lo conozcamos, porque es lo mejor que nos puede suceder.
[1] http://www.conquistadorespentecostales.com.co/cazad-las-zorras-pequenas/