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El complejo de inferioridad

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El complejo de inferioridad

Hoy estamos cerrando nuestra serie Mas allá de tus límites.

En tres historias, hemos identificados tres limites que podrían estarnos impidiendo vivir la vida en abundancia que Jesús nos vino a dar.

Jabes rompió el límite de el conformismo. El ya tenía un territorio, pero le pidió a Dios que ensanchara ese territorio; el quería mas. El conformismo nos estanca para que no desarrollemos todo el potencial que Dios ha puesto en nosotros. No te conformes, sigue avanzando y creciendo.

Ana rompió el límite de el resentimiento. El resentimiento de su corazón, le estaba afectando en sus relaciones con las personas que le rodeaban: su esposo principalmente. El resentimiento nos impide funcionar bien socialmente y provoca conflictos difíciles de manejar.

Jefté, que vimos la semana pasada, rompió el límite de el estigma social que excluye a las personas. El estigma social va degradando a la persona hasta convertirlo en algo que no es; como Jefe que primero fue un hijo ilegítimo; luego un rechazado social, y finalmente un delincuente.

Desde la primer semana dijimos que  la vida en abundancia que Jesús nos vino a dar se encuentra mas allá de nuestros límites. Rompe los límites que te detienen avanzar, y tu vida alcanzará niveles que jamás imaginaste.

El día de hoy para cerrar nuestra serie, analizaremos un límite mas: el complejo de inferioridad. Para analizar este límite estudiaremos la vida de un hombre llamado Mefiboset.

Mefiboset era un príncipe, nieto de un rey en Israel: el Rey Saúl.

Cuando Mefiboset era pequeño, en los días en que murió su padre Jonathan y su abuelo el rey Saúl; dada la confusión, los peligros y las prisas de los acontecimientos, a su nodriza, se le cayó el niño Mefiboset y a causa del golpe que sufrió, quedó minusválido.  La Biblia lo cuenta así:

 

2 Samuel 4:4 Por otra parte, Jonatán hijo de Saúl tenía un hijo de cinco años, llamado Mefiboset, que estaba tullido. Resulta que cuando de Jezrel llegó la noticia de la muerte de Saúl y Jonatán, su nodriza lo cargó para huir pero, con el apuro, se le cayó y por eso quedó cojo.

Con el cambio de reinado, y debido a algunos años de guerra civil Mefiboset creció en la periferia; en un suburbio llamado Lodebar[1] que significa: sin pasturas.

Lodebar era por lo tanto un lugar seco. No era un lugar agradable, ni propicio para vivir; no había pastos para el ganado, por lo tanto no era una tierra buena, no habría forma prosperar allí. Lodebar era un lugar de miseria, era un lugar desolado. Allí creció el príncipe Mefiboset.

Ese lugar, ese entorno social, ese vivir marginado, esas relaciones que Mefiboset desarrolló mientras crecía, formaron una mentalidad en él, y un concepto equivocado de sí mismo. En Mephiboset se desarrolló un complejo de inferioridad que asesinó sus esperanzas, sus sueños, sus anhelos y sus aspiraciones a una mejor manera de vivir. Llegó a creer que era, lo que el ambiente decía que era, no lo que su identidad decía que era.

Un día, pasados los años, el nuevo rey de Israel; el rey David, quien fue muy amigo de su padre Jonathan mandó a buscarlo.

El rey quería bendecirlo, quería traerlo a vivir a la capital del reino, a Jerusalén. El rey quería que viviera en el palacio real porque era un príncipe. El rey quería regresarle todo lo perteneciente a su padre y a su abuelo. Y por eso lo mandó llamar. Veamos el encuentro:

2 Samuel 9:67 6 Cuando Mefiboset, que era hijo de Jonatán y nieto de Saúl, estuvo en presencia de David, se inclinó ante él rostro en tierra.

—¿eres Mefiboset? le preguntó David.

A las órdenes de Su Majestad —respondió.

7 No temas, pues en memoria de tu padre Jonatán he decidido beneficiarte. Voy a devolverte todas las tierras que pertenecían a tu abuelo Saúl, y de ahora en adelante te sentarás a mi mesa.

¿Que hubieras dicho tu?

Ahora observemos que dijo el:

2 Samuel 9:8 8 Mefiboset se inclinó y dijo:

—¿Y quién es este siervo suyo, para que Su Majestad se fije en él? ¡Si no valgo más que un *perro muerto!

¡¿Que?! Mefiboset prácticamente le estaba diciendo al rey que, ¡gracias, pero no, gracias! ¿Porqué? Por su complejo de inferioridad que estaba funcionando a todo vapor en su interior.

¿Como se manifiesta el complejo de inferioridad? Así como  lo vimos en Mephiboset: Básicamente la persona se menosprecia a si misma, se considera indigna o in-merecedora de recibir ciertas dádivas, de relacionarse con cierta gente, o de vivir de ciertas experiencias.

La persona se auto excluye y se retrae en ciertos momentos, tal y como lo vemos en Mephiboset, quien se menospreció a si mismo, se auto excluyó de acceder al palacio y la experiencia real, se consideró indigno si quiera de la mirada del rey y de la convivencia con su familia.

¿Has conocido personas así? ¿Has manifestado tu mismo ese tipo de rasgos? Se deben al complejo de inferioridad el cual te limita para vivir plenamente el propósito de Dios para tu vida.

Mephiboset nació para vivir en el palacio, las circunstancias actuaron en su contra y lo expulsaron de allí, pero ahora que el rey lo quiere favorecer trayéndolo de nuevo al palacio, el mismo se auto-excluye.

Las circunstancias que vivimos construyen el concepto de nosotros mismos. Tu piensas de ti, de acuerdo a lo que has vivido.

Mefiboset nació siendo rico pero ya se había acostumbrado a vivir una vida miserable. Mefiboset era un príncipe, que nació para estar en el centro de la actividad de su país, pero se ya había acostumbrado a vivir en la periferia donde no hay sueños, ni esperanzas, ni aspiraciones.

¿Cual era su problema, pregunto; su discapacidad, o su mentalidad? ¿Qué le iba a impedir gozar de los beneficios que el rey había determinado entregarle, su discapacidad, o su mentalidad? Exacto, era su mentalidad. Su complejo de inferioridad.

Con todo y su condición el rey había determinado beneficiarlo, bendecirlo, devolverle lo que era suyo y permitirle sentarse en la mesa real. NO tenía nada que ver su discapacidad, al rey eso no le importaba.

Bendecirlo era una decisión de estado. Aquella desición, no necesitaba la aprobación de nadie, ya estaba establecido. Lo único que había que hacer era recibirlo; pero había un límite en Mephiboset que de momento le impedía llegar a la vida que Dios tenía reservada para el.

Bien hemos venido diciendo cada semana la vida en abundancia que Jesús nos vino a dar, se encuentra mas allá de nuestrosmites.

La posibilidad de entrar al palacio, de recuperar lo que era suyo, de sentarse a la mesa del rey, y de vivir de acuerdo a su verdadera identidad se encontraba mas allá del complejo de inferioridad de este hombre. Había que cruzar ese límite y acceder a los beneficios que el rey de antemano había determinado darle.

El final de la historia es este:

2 Samuel 9:13 13 Tullido de ambos pies, Mefiboset vivía en Jerusalén, pues siempre se sentaba a la mesa del rey.

Esta es una historia de gracia. No hay nada que Mefiboset haya hecho para que el rey lo haya mandado a buscar hasta lobear. No hay nada que Mefiboset haya hecho para ganar el favor del rey. No hay nada que Mefiboset haya hecho para tener acceso al palacio real, a la mesa del rey, y a la intimidad de la familia real. Nada, era, solo gracia.

De todo esto aprendemos que El complejo de inferioridad te mantiene en la periferia de las bendiciones, pero la gracia de Dios te trae de regreso a casa.

¿Como podemos vencer el complejo de inferioridad?

Acepta la gracia del rey

La historia de Mephiboset cambió de manera radical por una decisión real. El rey David le dijo:

2 Samuel 9:7 7 No temas, pues en memoria de tu padre Jonatán he decidido beneficiarte. Voy a devolverte todas las tierras que pertenecían a tu abuelo Saúl, y de ahora en adelante te sentarás a mi mesa.

Las desiciones estaban tomadas. Fueron tres desiciones firmes: decidí beneficiarte, voy a devolverte lo que te pertenece y comerás en mi mesa.

Lo que el rey David hizo con esa hombre fue un acto de gracia. Mefiboset no hizo nada para recuperar lo que la vida le robó. Fue solo la gracia del rey que le favoreció. Eso es gracia: Favor no merecido.

El hubiera podido dejarlo en el olvido, pero escogió mandar a buscarlo. Fue un acto de gracia.

Esta historia no nos presenta a un luchador tratando de exigir sus derechos; nos presenta mas bien a un hombre derrotado por las circunstancia de la vida, sin aspiración, sin ilusiones.

Esta historia no nos presenta a un hombre que viaja hasta el palacio a costa de lo que sea, y que al llegar allí clama por ayuda; mas bien es un rey, que desde su posición de autoridad y poder, decide beneficiar a un pobre hombre lisiado. ¿Que  levantó a Mephiboset de su estado? Solo la gracia del rey.

Igual nosotros. Tal vez la vida nos colocó muy lejos del rey de reyes, muy lejos de la familia de Dios, muy lejos del padre celestial. Quizá nuestra trayectoria, o los acontecimientos de nuestra vida apuntaban a que tu y yo termináramos nuestros días de una manera triste y en derrota. Y eso ha generado n complejo de inferioridad, y pensamos que no merecemos todo lo que Dios tiene para nosotros. Para vencer ese complejo, simplemente acepta la gracia del rey.

Y quizá tu y yo no estuvimos tocando las puertas del palacio del rey, mas bien el rey mandó a buscarnos; para ofrecernos sus bendiciones, y por eso estamos aquí.

NO hay nada que podamos hacer para ganar lo que se nos ha concedido por gracia. Solo acepta el regalo de gracia que Dios te quiere dar. NO te auto-excluyas, acepta el plan de bendición que Dios tiene para ti.

Aceptar la gracia de Dios y recibir sus bendiciones todos los días irá desmantelando el complejo de inferioridad la vida fue formando en ti y que quizá por años te ha excluido de muchas bendiciones de Dios.

¿Como podemos vencer el complejo de inferioridad?

 

Mírate como te mira el rey.

La historia de Mephiboset nos permite palpar dos visiones del mismo hombre. Veamos la visión que tenía Mephiboset de si mismo:

2 Samuel 9:8 8 Mefiboset se inclinó y dijo:

—¿Y quién es este siervo suyo, para que Su Majestad se fije en él? ¡Si no valgo más que un *perro muerto!

Ahora veamos la visión que el rey tenía de Mephiboset:

2 Samuel 9:7 7 No temas, pues en memoria de tu padre Jonatán he decidido beneficiarte. Voy a devolverte todas las tierras que pertenecían a tu abuelo Saúl, y de ahora en adelante te sentarás a mi mesa.

Mephiboset se veía como un perro muerto. Mephiboset se veía como alguien indigno de bendición alguna, o de que el rey siquiera se fijara en el. Era su complejo de inferioridad en acción. Mephiboset llegó a creer que era, lo que el ambiente decía que era, no lo que su identidad decía que era.

Pero el rey lo veía de acuerdo a su identidad real, como un candidato al palacio, candidato a la mesa real, candidato a la ciudad del rey, candidato al acceso a las bendiciones del rey.  El se veían como un mendigo, pero David lo veía como un príncipe.

Nota como hay un confrontación de visiones entre la visión que desarrolla en ti mismo el complejo de inferioridad, y la visión de un rey de gracia que tiene planes de bien.

Tu y yo eventualmente tendremos que escoger como queremos vernos a nosotros mismos. Mefiboset se veía sin valor, el dijo: no valgo mas que un perro muerto; pero el rey lo veía tan valioso como para regresarle todo lo que la vida le robó. Había que escoger, cual de las dos visiones iba a gobernar su vida.

Todo esto me enseña que lo importante en la vida, no es como la vida te ha hecho verte, lo importante en la vida es como el rey de gracia te ve a ti. Y luego, al escoger su visión, vivir la vida en abundancia que el rey te vino a dar; así se vence el complejo de inferioridad, Mírate como Dios te ve.

Mírate como un candidato a las bendiciones del rey. Mírate como alguien que está en la mente del rey que mandó un enviado que te trajera a su presencia.

Por eso es tan importante desarrollar una mentalidad bíblica; conocer la escritura, y neutralizar todos los conceptos equivocados de nosotros mismos para empezar a vernos como Dios nos ve. Eso hará que día a día vayamos venciendo nuestros complejos de inferioridad.

¿Como podemos vencer el complejo de inferioridad?

Accede al hábitat de rey.

Eventualmente Mephiboset ingresó al palacio. Porque la historia dice:

2 Samuel 9:13 13 Tullido de ambos pies, Mefiboset vivía en Jerusalén, pues siempre se sentaba a la mesa del rey.

Había beneficios emanados de la gracia del rey, pero esos beneficios estaban dentro del palacio. Por lo tanto, solo ingresando al hábitat del rey Mephiboset podría disfrutar de los beneficios de la gracia. Y al estar allí todos los días, conviviendo con otra mentalidad, exoneindose a otros modales, conversando otro tipo de pláticas, escuchando y viendo otras maneras de vivir, su mentalidad iría cambiando, su conplejo iría cediendo, y su vida se iría transformado.

Tu y yo de igual forma, hay beneficios destinados para nosotros por la gracia del rey; hemos sido llamados a participar en una comunión intima con el rey de reyes y Señor de Señores; pero solo ingresando a la comunión íntima con el, es que gozaremos de los beneficios de su gracia en nosotros. Por eso la Biblia dice:

Hebreos 4:16 Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.

Cuando nosotros con frecuencia accedemos a la presencia de Dios eso nos va liberando del complejo de inferioridad que nos disminuye.

Termino con esto:

La historia de Mephiboset, nos recuerda a la historia de la humanidad. La humanidad está lisiada por el pecado. La humanidad está tullida del alma, tullida del corazón. La humanidad está con esperanzas muertas y  con heridas sangrantes. Es una humanidad que se ha desarrollado a la periferia de las bendiciones de Dios, y sin acceso a todos los beneficios de ser creados por el.

Pero la diferencia entre la historia de Mephiboset y la raza humana; es que el rey David mandó a buscar a Mephiboset; Pero Jesús, que es el rey de reyes y Señor de Señores vino personalmente a buscar la humanidad perdida.  Jesús no mandó a nadie, el mismo vino por ti. La Biblia dice:

Lucas 19:10 10 Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.

Este fragmento no nos habla del rey enviando un mensajero, nos habla del rey mismo viniendo a buscar  por ti y por mi.

Por eso, estamos aquí el día de hoy por la voluntad de un rey que te quiere bendecir, te quiere ayudar, te quiere beneficiar con su amor y gracia.

Algunos, incluyéndome, por muchos años hemos estado tullidos del alma, y tullidos de la mente. Nos cuesta trabajo vernos como Dios nos ve. Nos cuesta trabajo recibir las bendiciones que Dios nos quiere dar. Nos cuesta trabajo acceder a lo que Dios tiene preparado para nosotros. Y si hemos crecido con otros que también están tullidos, pues no se alegran cuando tu mejoras tu vida, hay un choque de visiones y tu y yo tendremos que escoger cómo queremos vernos a nosotros mismos.

El pecado nos ha vuelto acomplejados, e incapaces de disfrutar de los beneficios de la gracia de Dios. Pero las decisiones del rey ya están tomadas: decidió beneficiarte, decidió devolverte lo que te pertenece, y decidió que comas en su mesa.

invitar al grupo de alabanza

Cantar.

[1] 2 Samuel 9:4

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