Una Comunidad que Aprende
Una Comunidad que Aprende. Septiembre 21-22-2019.
Introducción: ¡Hola, buenas noches, buenos días, buenas tardes! ¿Cómo están?
Me siento muy contenta y agradecida de compartir otra vez el mensaje de la palabra de Dios con ustedes. ¿Estamos listos para aprender? ¿Me acompañan a orar?
Continuamos con nuestra serie Mi familia en Dios, y para estas alturas ya tenemos claro que al estar en Cristo llegamos a ser hijos de Dios, por lo tanto, miembros de Su familia y ciudadanos de Su reino.
También sabemos que Dios desea que sus hijos sean cuidados, alimentados e instruidos hasta llegar a la madurez; y esto sólo puede suceder en el contexto de nuestra familia inmediata en Dios, que es nuestra iglesia local.
¿Qué una iglesia local? Es Una congregación de creyentes que se reúne para adorar, servir, orar, recibir instrucción y ánimo. Los miembros de la iglesia local tienen responsabilidad mutua, y comunión el uno con el otro.
El “Centro Familiar Amor y Libertad” es nuestra iglesia local. Esta es nuestra familia inmediata en Dios. Y nuestra iglesia local tiene una declaración de propósito. Leamos juntos:
Somos una Comunidad Cristiana con enfoque a la familia, que adora a Dios y vive dirigida por los principios de la palabra de Dios, y que busca alcanzar y servir a la comunidad de Mazatlán.
Esta declaración de propósito es un mapa que nos da sentido, dirección y visión, y que también define nuestras metas y propósitos.
En lo que va del mes, hemos analizamos las primeras dos partes de esta declaración, y de la primera parte aprendimos que Somos una comunidad, somos cristianos y nuestro enfoque es la familia. Y la semana pasada aprendimos que Somos una comunidad que adora a Dios.
Hoy, veremos que también Somos una Comunidad que Aprende.
Nuestra declaración de propósito dice que Somos una comunidad que vive dirigida por los principios de la palabra de Dios. Es decir, que nuestro filtro para tomar decisiones, para regular nuestras reacciones, y gobernar nuestros impulsos son los principios de la palabra de Dios. En Amor y Libertad anhelamos vivir de acuerdo a los principios de la palabra de Dios, ordenar nuestro hogar conforme a los principios de la Palabra de Dios, resolver nuestros conflictos de acuerdo a los principios de la palabra de Dios, elegir quien va a ser nuestra esposa o esposo de acuerdo a los principios de la palabra de Dios, administrar nuestras finanzas y nuestros recursos de acuerdo a los principios de la palabra de Dios, amar y disciplinar a nuestros hijos de acuerdo a los principios de la palabra de Dios.
Es nuestro propósito que cada área de nuestra vida llegue a estar regulada por los principios de la palabra de Dios, no por nuestras emociones, ni por las circunstancias, ni por nuestros traumas, ni por nuestra cultura, ni por las presiones sociales que el mundo impone. Sin embargo, para que esto suceda, debemos en primer lugar, conocer estos principios y en segundo lugar, aprender estos principios.
La primera semana dijimos que uno de los beneficios de pertenecer a la comunidad cristiana es el aprender. De manera que al integrarnos a la comunidad cristiana tenemos la oportunidad de conocer y aprender los principios de la palabra de Dios. Ya vimos que el aprender nos vuelve funcionales
¿Y cómo aprendemos los principios de la palabra de Dios? Mediante el discipulado. La predicación de la palabra nos alimenta, pero el discipulado nos forma y nos lleva a la madurez. La vida cristiana se trata de ser discipulados por otros y de discipular a otros. Y así, en la medida que aprendemos los principios de la palabra de Dios nuestra vida va cambiando y mejorando en todos los sentidos. Y nos vamos volviendo más y más funcionales… ¡y más felices también!
En el discipulado recibimos información cuyo propósito principal es llevarnos al conocimiento personal de Dios. Pero en ese proceso también nos relacionamos con nuestros hermanos más maduros en la fe y mediante la relación con ellos sucede una transmisión espiritual y de valores. En CFAL el discipulado sucede mediante grupos pequeños en casa donde se estudia el sermón del fin de semana, y grupos pequeños en la iglesia donde se estudian diversos temas y cursos bíblicos, pero lo más importante ocurre por los vínculos y las relaciones que se forman en esos grupos pequeños. La información nos ayuda mucho, pero la relación significativa con un creyente maduro en la fe nos ayuda más.
El día de hoy quiero establecer con ustedes la siguiente verdad: Leamos juntos…
Para ser una comunidad que aprende, debemos aprender en comunidad los unos de los otros.
¿Cómo aprendemos en comunidad los unos de los otros?
En primer lugar…
- Decidiendo ser un discípulo comprometido.
Cuando Jesús nos dio la gran comisión él dijo:
Mateo 28:19 19 Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Jesús tenía un concepto muy claro en la mente; él quería discípulos. Jesús sabía que la clave para cambio el mundo no era tener oyentes, ni simpatizantes, ni fans, ¡Se necesitan discípulos!
¿Cómo identificamos a un discípulo? Un discípulo es alguien que aprende. (Etimológicamente la palabra aprender se relaciona con la acción que hace un gato al atrapar un ratón) Un discípulo de Jesús es Una persona dispuesta a asimilar valores nuevos para desarrollar una cultura nueva: La cultura del reino de Dios y esto sucede cuando cada creyente se vuelve un discípulo de Jesús y está dispuesto a asimilar los valores y la cultura del reino de Dios.
Pero esta es una decisión personal. Nadie puede ser discípulo en lugar de otro. Soy yo, quien toma la decisión de pasar a un nivel de relación más profunda con Dios y con mi familia en Dios. Soy yo quien decido dejar de ser una congregante eventual, visitante o un espectadora, para convertirme en alguien que aprende. Dejo de ser una consumidora de la iglesia, o alguien que solo busca ser atendida y sentirse bien, para ser una persona comprometida con Dios, con su cultura y con su familia.
La cultura del reino de Dios tiene varios componentes que tienen que ver con nuestras creencias, con nuestra conducta, y con nuestras palabras, porque la voluntad de Dios es que la vida de cada cristiano refleje el carácter de Cristo.
Tristemente en las iglesias es común observar personas que se congregan pero no cambian su manera de vivir. Pasa el tiempo, y su proceder, su reaccionar, su sentir, su toma de decisiones y su cultura personal son las mismas de siempre. Asisten a la iglesia, pero siguen frecuentando antros para divertirse. Se congregan regularmente, pero su lenguaje sigue siendo grosero, vulgar y con una dosis alta de doble sentido. Se consideran cristianos, pero continúan maltratando a su familia. Tienen años en la iglesia, pero siguen manejando sus finanzas como ellos quieren, siguen mintiendo, siguen comportándose de manera irresponsable, etc.
¿Qué ha pasado? Ha hecho falta la decisión personal de convertirse en un discípulo comprometido, que aprende los principios y valores del reino de Dios, no solo que los ha memorizado.
¿Cómo aprendemos en comunidad los unos de los otros?
En segundo lugar…
- Desarrollando un espíritu enseñable
¿Qué significa un espíritu enseñable? Un espíritu enseñable significa una disposición para aprender de los demás; estar dispuestos aprender de otros. Es reconocer que no lo sabemos todo, que hemos estado equivocados por muchos años, pero no lo sabíamos. Es aceptar que aún la persona más sencilla puede enseñarnos algo, y es reconocer que al estar todos juntos en armonía con Dios, él nos habla a través de nuestros hermanos y hermanas en la fe.
Para desarrollar un espíritu enseñable, es necesario derribar el orgullo y la altivez. El orgullo y la altivez son fortalezas mentales que impiden asimilar los principios de la palabra de Dios, porque nos hacen pensar que somos mejores que los demás, y ese pensamiento nos hace menospreciar a las personas , especialmente a quienes nos enseñan, ya que asumimos que nosotros tenemos más experiencia, o que la persona no es calificada para enseñarnos. Para desarrollar un espíritu enseñable, debemos cultivar la humildad, como nos dice el apóstol Pablo:
Filipenses 2:3 Nada hagáis por rivalidad o por vanidad; antes bien, con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo.
Cuando consideramos a los demás superiores a nosotros mismos, desarrollamos la humildad y nos colocamos en una posición de aprendizaje, es decir, desarrollamos un espíritu enseñable, una actitud dócil y abierta ante los otros, especialmente ante quien nos enseña los principios de la palabra de Dios, y al mismo tiempo generamos armonía y unidad entre nosotros.
La altivez y el orgullo, son barreras para el aprendizaje y para el discipulado y, por lo tanto, para la transformación de nuestra vida.
¿Cómo aprendemos en comunidad los unos de los otros?
En tercer lugar…
- Estableciendo relaciones espiritualmente significativas.
En el discipulado todo se trata de desarrollar relaciones espiritualmente significativas. Si esto no sucede, no sucede la transformación de vida.
Leamos juntos el siguiente pasaje del evangelio de Marcos…
Marcos 3:13,14, 19b
13 Después subió al monte, y llamó a sí a los que él quiso; y vinieron a él. 14 Y estableció a doce, para que estuviesen con él, y para enviarlos a predicar… 19… Y vinieron a casa.
En este fragmento podemos ver a Jesús llamando a sus discípulos a una relación más cercana con él. Dice que los llamó a sí; es decir, los llamó a acercarse a él. Y los llamó en primer lugar para que estuvieran con él, es decir, para tener una relación más profunda con él. Y el pasaje termina diciendo que VINIERON A CASA,
¡Qué frase tan significativa! ¿A qué suena esa frase? Suena a confianza, a contacto y a comunicación sincera. Suena a amistad y suena a cariño. Suena a seguridad y a la familiaridad que proporciona un grupo pequeño e íntimo.
Jesús quería establecer relaciones espiritualmente significativas con sus discípulos. Quería conocer realmente a los hombres que había llamado porque tenía un gran reto frente a él: Transformarlos. De las personas incultas que eran, debía surgir un poderoso equipo ministerial que fuera capaz de transformar al mundo, y sólo tenía un poco más que tres años para lograrlo.
¿Cuál fue su método? Un grupo pequeño. ¿Por qué? por las relaciones espiritualmente significativas se desarrollan siempre en un círculo pequeño.
Cada uno de nosotros necesitamos a vincularnos más profundamente con nuestra familia en la fe, y con nuestros hermanos mayores, porque sólo así lograremos desarrollar relaciones espiritualmente significativas en la congregación.
¿Pueden generarse fricciones y decepciones? Sí, se los garantizo, porque en ese nivel de relación, no sólo disfrutamos de la confianza, la amistad, el cariño, la comunicación honesta, la seguridad y la familiaridad, sino que también se perciben más de cerca las imperfecciones del carácter, pero es eso mismo lo que nos da la oportunidad de identificar en qué hemos fallado y cambiar.
Llegar a ser una comunidad que aprende, no sucederá por tenerlo en nuestra declaración de propósito, sino por tomar personal e intencionalmente decisiones en esta dirección.
Hoy hablamos de tres: decidir ser un discípulo comprometido, desarrollar un espíritu enseñable, y establecer relaciones espiritualmente significativas.
Llamar al grupo de alabanza.
Ministración y oraciones finales.