Rompiendo la cadena cultural
Rompiendo la cadena cultural
Introducción: Saludos… ¿Cómo están? ¿Listos para escuchar y aprender?
Como siempre, me alegra verles, y me siento agradecida de compartir la palabra de Dios a ustedes. ¿Me acompañan a orar?
La semana pasada iniciamos la serie “Rompiendo la cadena” y aprendimos sobre la Cadena Generacional y los pasos que podemos dar para romperla, que son: Identificarla, renunciar a ella y adoptar conductas bíblicas. Hoy veremos el segundo tema de esta serie, que lleva por título “Rompiendo la cadena cultural”
La Biblia nos enseña claramente que pertenecer al pueblo de Dios, significa entre otras cosas, vivir de manera distinta y superior en muchos aspectos de la cultura que nos rodea. (Distintos, sí. Raros, no) Pero sucede que esta vida distinta y superior no se da por contagio ni por decreto. Tiene que ver principalmente con algo que se llama cosmovisión bíblica. Y la cosmovisión bíblica es algo que cada cristiano ha de ir desarrollando en su diario caminar con Dios, y con la comunidad cristiana.
¿Qué es una cosmovisión? Cosmovisión = Visión del mundo.
La palabra cosmovisión significa sencillamente “visión del mundo” Y todos tenemos una. Todos tenemos una visión del mundo, lo sepamos o no, y esa visión del mundo tiene un impacto directo en todo lo que creemos, lo que pensamos, lo que sentimos y lo que hacemos. Por ejemplo, si yo estoy convencida que no es bueno comer carne roja en cuaresma, ¡no la comeré ni pagada en euros!
¿Cómo se forma una cosmovisión? Se forma a partir de nuestras creencias fundamentales. ¿Cuáles son las creencias fundamentales que todos tenemos? Las creencias acerca de Dios, del ser humano, del conocimiento, de la ética y de la moral. Intentaré explicar esto con un ejemplo sencillo: Unos lentes de colores. ¿De qué color los veré a ustedes (y todo lo demás) si me pongo unos lentes oscuros? ¿Y si los cambio por unos lentes rojos?
Entonces una cosmovisión es la manera en la que una persona o una sociedad perciben e interpretan el mundo. Por lo tanto, una cosmovisión bíblica es aquella en la que las creencias fundamentales de una persona están basadas en la Palabra de Dios.
¿Y qué tiene qué ver todo esto de la cosmovisión con la cadena cultural?
Tiene qué ver todo, porque la mayoría de los componentes de una cultura surgen de la cosmovisión, es decir, de la visión del mundo que tienen las personas que viven dentro de esa cultura y que se expresan dentro de ella.
La cultura incluye todos los aspectos de una sociedad, como son, el lenguaje, las leyes, el conocimiento, la religión, las costumbres (vestimenta, comida, bebidas) las tradiciones, las celebraciones, la música, etc.
Todos hemos nacido y crecido dentro de una cultura, ¿estamos de acuerdo? Sin embargo, es muy probable que la mayoría de nosotros, antes de conocer el evangelio, no nos preguntamos ni siquiera por accidente si nos gustaba nuestra cultura, o si había algo de malo en ella. Pero cuando Dios llegó a nuestras vidas, nuestros ojos se abrieron a una realidad que antes no percibíamos, y que después fue muy clara. ¿Por qué? Porque comenzamos a mirar el mundo con los “lentes” correctos, y a interpretar nuestro entorno de acuerdo con la opinión de Dios, no de acuerdo con la cultura. Y la opinión de Dios es la verdad, y se eleva sobre todas las demás opiniones y, desde luego, sobre todas las “verdades culturales” que el mundo nos presenta.
Con esto no estoy diciendo que las culturas sean malas en sí mismas (de hecho, en la Biblia se mencionan más de 50 grupos étnicos o culturas), y tampoco estoy diciendo que en una cultura todo sea malo. Lo que sí afirmo es que toda cultura contiene, mantiene y difunde elementos contrarios a los valores del reino de Dios que como cristianos debemos identificar para no enredarnos en ellos, o para poder romper cualquier lazo que tengamos con ellos.
¿Por qué romper la cadena cultural?
- Porque somos cristianos.
El cristianismo no es una religión, es un estado, una condición, una identidad, (algo así como una nacionalidad) que necesariamente se debe expresar en la forma en que vivimos, (como sucede con nuestra nacionalidad) Les confieso que yo nunca me sentí más mexicana que cuando viví fuera de México. Dondequiera que yo estaba, los nopales, los tacos, el sombrero y el mariachi estaban conmigo. Y apenas pronunciaba unas palabras, quien me escuchaba sabía que era mexicana, o por lo menos, que era extranjera. Y lo mismo pasa cuando somos cristianos…o debería pasar.
Jesús enseñó que sus discípulos, o sea, nosotros, los cristianos, somos la sal de la tierra (elemento anticorrupción), y que si no “salamos” nuestro entorno, no servimos para nada. Y también dijo que somos la luz del mundo, y eso significa que nuestra forma de vivir debe distinguirse de la de aquellos que no conocen a Dios y que por lo tanto, viven en oscuridad.
Veamos cómo los apóstoles de Jesús también abordan este tema:
1Pedro 1:14, 18,19. Como hijos obedientes, no se conformen a los deseos que antes tenían estando en ignorancia; sino como aquel que los llamó es santo, sean también ustedes santos en toda su manera de vivir…sabiendo que fueron rescatados de su vana manera de vivir, la cual recibieron de sus padres, no con cosas corruptibles como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo…
¿Notaron lo que el apóstol Pedro está diciendo? ¡Pedro está hablando de cultura! Él la llama “manera de vivir recibida de nuestros padres”. (Y a mí me parece una excelente definición). Pedro agrega que esa manera de vivir es vana, vacía, sin propósito, y que está ligada a la ignorancia. ¿Y de qué otra manera podría ser cuando Dios es rechazado, negado, olvidado, o simplemente desconocido?
Veamos ahora lo que dice el apóstol Pablo:
Efesios 4:7 Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no anden como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente, teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos a la vida de Dios, por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón.
Efesios 5:1-4 Sean, pues, imitadores de Dios como hijos amados. Y anden en amor como también Cristo nos amó, y se entregó asimismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante. Pero fornicación, y toda inmundicia y avaricia, ni aun se nombre entre ustedes, como conviene a santos; ni palabras deshonestas, ni necedades, ni truhanerías, que no convienen…
Estos y muchos otros pasajes de las Escrituras nos dicen claramente que existen elementos culturales ante los cuales como cristianos deberíamos claramente rechazar, no practicar. Cada uno de nosotros desde su entorno personal y con la palabra de Dios, debemos aprender a identificarlos y romper con ellos.
¿Por qué romper la cadena cultural?
- Porque el mundo necesita a Dios
Hoy, más que nunca, existen personas no sólo en nuestra ciudad, sino en el mundo entero que necesitan desesperadamente a Dios, pero que no lo saben. Dios todavía ama al mundo, y anhela ser conocido por cada ser humano. Desde que la primera pareja humana pecó, y se separó de Dios, Dios ha intervenido una y otra vez en la historia de la humanidad para redimirla, y para recuperar nuestro corazón. No tenía que hacerlo, pero él es un Dios completamente lleno de amor por los seres humanos, que son su especial creación.
Hace unos cuatro mil años, Dios incluyó a un hombre llamado Abraham en su extraordinario plan que haría posible la reconciliación entre el hombre y Dios. Veamos el registro bíblico:
Génesis 12:1-3 Pero Jehová había dicho a Abraham: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.
Dios escogió a Abraham e hizo un pacto con él, y el pacto incluía una promesa intercultural: todas las familias de la tierra serán benditas en ti y en tu simiente. (Génesis 28:14) Con el tiempo, de la descendencia de Abraham se convirtió en una nación: Israel. Y Dios llamó a Israel para que a través de su relación especial, las otras naciones conocieran su poder, su amor, su gloria y su compasión. Israel era el instrumento que Dios iba a usar para darse a conocer a todas las naciones. Lamentablemente Israel fracasó. Afortunadamente el plan de Dios, no. Fue así que hace poco más de dos mil años, la promesa hecha por Dios a Abraham finalmente se cumplió. Y el Hijo de Dios llegó al mundo en un establo. Jesús era la simiente (semilla) de Abraham (Gálatas 3:16), a través de la que todas las familias, o pueblos, o culturas de la tierra podrían alcanzar redención.
Jesús era Dios mismo en persona, con nosotros y como nosotros. Jesús vino a pagar nuestra deuda humanamente impagable. Y la pagó con su propia sangre, haciendo posible la reconciliación entre Dios y nosotros. Y terminada su obra, Jesús regresó al cielo, al lado de su Padre. Pero antes de irse, Él comisionó a sus discípulos (su iglesia) para continuar con el plan eterno de Dios. (Mateo 28:19-20)
2 Corintios 5:19 Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación.
Palabra=logos=Mensaje, tema, plática, asunto, discurso, noticia, propuesta
La iglesia no ha recibido una invitación, ni un consejo, ni una sugerencia para compartir el mensaje del evangelio. La Iglesia ha sido comisionada, ha sido enviada a dar a conocer a Dios a quienes no lo conocen, exactamente igual que Israel en su momento. Es la iglesia de Cristo es la que tiene el único mensaje que traspasa las barreras culturales y que se adapta a las necesidades de todas las personas. El evangelio es el único mensaje capaz de sanar cualquier cultura. ¿Cuántos saben que mucho de la cultura de nuestro Mazatlán necesita ser sanada? Sin embargo, para que una cultura incorpore los valores del reino de Dios en su forma de vida, hemos de hacerlo primero nosotros, los cristianos. Pero no podremos lograrlo si somos medio cristianos y medio mundanos al mismo tiempo.
1 Pedro 2:9 Mas ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anuncien las virtudes de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable.
El pastor Bill Hybels ha dicho que la iglesia es la esperanza del mundo, y yo creo que lo es hoy más que nunca. ¿Esperanza para qué? Para que los matrimonios no se rompan, para que los matrimonios tengan hijos, para que los hijos sean amados, cuidados e instruidos, para que cada cristiano esté presente y dispuesto para ayudar a su familia, a su congregación y en la sociedad de la que forma parte, en lugar de perder la vida inflando el ego hasta enfermar de “selfiecitis”. La iglesia es la única institución en la tierra que puede ofrecer soluciones del cielo a personas cuya vida es un infierno, la iglesia es la esperanza para que los que no conocen a Dios, sepan que se puede ser feliz y productivo sin consumir drogas o alcohol, siendo honestos, siendo fieles, asumiendo responsabilidades, afirmando compromisos, cumpliendo promesas. Sí, la Iglesia es la esperanza del mundo, y la iglesia somos cada uno de nosotros. Vivamos de acuerdo a lo que somos. O como lo dirían en la cumbre Global de Liderazgo: ¡Sé cristiano donde estés! ¡Sé bendición donde estés!
¿Por qué romper la cadena cultural?
- Para heredar un patrimonio espiritual
Antes de conocer el evangelio, la mayoría de nosotros teníamos un montón de creencias, ideas, tradiciones y costumbres, necias y absurdas, y hasta peligrosas; y el resultado fue una vida sin sentido, sin propósito y, muy probablemente con mucho dolor. Vivíamos atados a nuestra cultura. No había más. Y siendo honestos, aunque nos duela, nuestra cultura mexicana es una cultura en la que históricamente Dios no ha sido conocido realmente, ni mucho menos tomado en cuenta. Por lo tanto, me parece que nuestra cultura encaja bien con la descrita por el apóstol Pablo:
Romanos 1:29-31
…Estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad, llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños, malignidades, murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto natural.
¿Te parece conocida alguna de estas prácticas? ¿Cuántas de ellas te tocó vivir mientras crecías? ¿Habrá alguna de ellas en “modo Liverpool”, es decir, que todavía “es parte de tu vida”? ¿Cuántos de esos elementos tóxicos de nuestra cultura mexicana tenemos en Sinaloa, y también en nuestra cultura mazatleca? ¿Cuántos de ellos todavía están presentes en tu propia familia? Si no rompemos con los elementos tóxicos y perjudiciales de nuestra cultura, los heredaremos a la siguiente generación. Dicho en otras palabras: Sólo cuando rompemos la cadena cultural, podemos heredar un patrimonio espiritual.
En los hogares cristianos debe vivirse de manera claramente distinta y mejor que en aquellos que no lo son. ¿Recuerdan lo que pasó durante la plaga de tinieblas en Egipto? Fue la novena plaga.
Éxodo 10:22-23 Y extendió Moisés su mano hacia el cielo, y hubo densas tinieblas sobre toda la tierra de Egipto, por tres días. Ninguno vio a su prójimo, ni nadie se levantó de su lugar en tres días; más todos los hijos de Israel tenían luz en sus habitaciones.
Aunque para algunos científicos no tiene sentido que unos tuviesen luz y los otros no, y declaran que no hay explicación científica para tal fenómeno, en esta historia bíblica vemos que el pueblo de Dios tenía luz en sus hogares mientras el resto del país estaba en tinieblas. Y esto aplica también en el sentido espiritual. Al respecto, el apóstol Pablo escribió lo siguiente:
Efesios 5:8-12 Porque en otro tiempo eran tinieblas, mas ahora son luz en el Señor; anden como hijos de luz (porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad), comprobando lo que es agradable al Señor. Y no participen en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien repréndanlas; porque vergonzoso es aun hablar de lo que ellos hacen en secreto.
Es el anhelo de Dios ser conocido en todo pueblo y en toda cultura, ¿y quién puede darlo a conocer? Nosotros, sus hijos, su pueblo, su iglesia.
Terminemos leyendo el siguiente pasaje del Salmo 78:2-8:
2 Abriré mi boca en proverbios, hablaré cosas escondidas desde tiempos antiguos, 3 las cuales hemos oído y entendido; que nuestros padres nos las contaron.4 No las encubriremos a sus hijos, contando a la generación venidera las alabanzas de Jehová, y su potencia, y las maravillas que hizo.5 Él estableció testimonio en Jacob, y puso ley en Israel, la cual mandó a nuestros padres que la notificasen a sus hijos; 6 para que lo sepa la generación venidera, y los hijos que nacerán; y los que se levantarán lo cuenten a sus hijos, 7 a fin de que pongan en Dios su confianza, y no se olviden de las obras de Dios, y no sean como sus padres, generación contumaz y rebelde, generación que no dispuso su corazón, ni fue fiel para con Dios su espíritu.
Los no creyentes basan su vida y sus decisiones en la cultura que les rodea, nosotros, como cristianos, debemos aprender a desarrollar una cosmovisión bíblica para que la palabra de Dios sea la autoridad y guía en nuestra vida diaria, no nuestra cultura.