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Rompiendo la cadena económica

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ROMPIENDO LA CADENA ECONÓMICA

 

Continuamos en la serie llamada: ROMPIENDO LA CADENA. La primera semana aprendimos que debemos identificar las diferentes ataduras de pecados, maldiciones o patrones generacionales que podemos venir arrastrando desde nuestros abuelos y que, si no hacemos nada al respecto, podemos heredarlas a nuestras futuras generaciones, pero también aprendimos que esas cadenas se pueden romper con la ayuda de Dios y de su palabra.

Aprendimos con Carmen que hay cadenas culturales, y que no todo en nuestra cultura es malo, pero debemos aprender a identificar qué costumbres se oponen a lo establecido por Dios en su palabra; y fuimos retados a vivir conforme a los valores bíblicos.

Y la semana pasada Isabel nos habló de romper con la cadena intelectual; nos llamó a cambiar nuestro chip, a pensar diferente, para poder actuar diferente; nos dijo que nuestro pensamiento, define nuestra acción y leímos varios versículos que nos ayudaron a sembrar verdades bíblicas en nuestra mente sobre quién es Dios y quienes somos nosotros.

 

La charla del día de hoy se titula: ROMPIENDO LA CADENA ECONÓMICA.

 

Debemos saber que Dios no está peleado con las riquezas y la prosperidad.

Deuteronomio 8:18 (NVI)

18 Recuerda al Señor tu Dios, porque es él quien te da el poder para producir esa riqueza; así ha confirmado hoy el pacto que bajo juramento hizo con tus antepasados.

 

Él quiere que seamos prósperos y exitosos y que nuestras generaciones también lo sean, pero hay cosas que nos impiden serlo.

 

Como ya sabemos, podemos heredar de nuestros antepasados rasgos físicos, habilidades, gustos, pecados e incluso malos hábitos.

La economía, buena o mala, es una de las muchas cosas que podemos heredar, de hecho, es muy común relacionar la palabra herencia con dinero o bienes materiales.

Y es muy posible que por generaciones la economía en nuestras familias ha sido igual, ha habido dinero para vivir al día, o tal vez ha habido recursos para vivir bien y darnos ciertos lujitos de vez en cuando, pero hasta ahí o tal vez venimos de una familia adinerada en la que la falta de dinero no ha sido el problema, pero el dinero si ha sido un problema.

Si podemos detectar este patrón en la economía de nuestra familia actual y en la de nuestros padres y en la de nuestros abuelos, entonces creo que tenemos identificada una cadena que necesitamos romper. Es verdad también que en la economía influyen o interfieren varios factores externos que no están en nuestro control, pero hay muchas cosas que si están en nuestro control y si hemos estado repitiendo el tipo de economía por generaciones, quiere decir que probablemente hemos estado repitiendo conductas o acciones que no nos están ayudando a prosperar, a tener una mejor economía, probablemente son conductas o acciones que no están alineadas a los principios de Dios, tal vez las hemos practicado por ignorancia, por costumbre o simplemente por comodidad.

 

Me encanta saberlo y decirlo: la Biblia no pasa de moda, no está anticuada, se pueden aplicar sus verdades en nuestros tiempos y habla absolutamente de todo, así que vamos a aprender verdades bíblicas para actuar y administrar diferente a como lo hicieron nuestros abuelos o nuestros padres, y así romper esa cadena económica que hemos venido arrastrando y poder heredarles a nuestras futuras generaciones no sólo una economía diferente, sino hábitos y principios bíblicos para que sean generaciones prósperas.

 

 

¿Cómo podemos romper la cadena económica?

SIENDO DILIGENTES

 

Diligente significa: [persona] que pone mucho interés, esmero, rapidez y eficacia en la realización de un trabajo o en el cumplimiento de una obligación o encargo.

En otras palabras: ¿Cómo podemos romper la cadena económica? Siendo personas trabajadoras. No podemos esperar que nuestra economía cambie si estamos esperando que el gobierno nos mantenga o que nos ganemos el súper lotto.

La Biblia nos dice en muchos versículos que debemos trabajar, que debemos ser diligentes y que obtendremos beneficios de nuestro trabajo.

 

Proverbios 6:6-8 (NVI)

6 ¡Anda, perezoso, fíjate en la hormiga! ¡Fíjate en lo que hace, y adquiere sabiduría! 7 No tiene quien la mande, ni quien la vigile ni gobierne; 8 con todo, en el verano almacena provisiones y durante la cosecha recoge alimentos.

 

Debemos ser personas trabajadoras, diligentes, con iniciativa, con espíritu de servicio, dice proverbios que las hormigas trabajan sin que nadie las vigile ni las mande, es decir, no debemos “ser trabajadores” nada más cuando nuestro jefe nos está viendo, debemos ser esforzados en todo tiempo, debemos saber que nuestro trabajo y nuestras acciones son para agradar a Dios, para honrarlo a él y para reflejarlo a él en nuestro lugar de trabajo.

 

Estamos, muchas veces, mal acostumbrados a pedir y esperar que nos den sin esforzarnos por nada. Yo soy de una generación en la que no teníamos todo, pero tampoco estábamos tan limitados como nuestros padres lo estuvieron a nuestra edad. Me tocó ver como muchos papás de mis amigos les daban “todo lo que ellos no tuvieron”, pero nunca los enseñaron a trabajar (sobre todo a las mujeres). Yo tenía una amiga que su papá vivía en EUA, la mamá y las 3 hijas vivían aquí en México; ninguna de las 4 mujeres trabajaba y ninguna de las 3 hijas estudiaba, toda la vida se limitaron a medio vivir con lo que el papá les mandaba y cualquier cosa que ocupaban le llamaban para pedirle dinero. Un día el señor se enfadó de que le estuvieran pidiendo y les dijo “que las mantenga el gobierno” y dejó de darles por unos días jaja… Nunca las enseñó su papá a trabajar, su mamá nunca las enseñó a administrar el fruto del trabajo de su papá, 2 de ellas se casaron y les exigen a sus maridos de la misma forma en la que le exigían a su papá y sus hijas están actuando de la misma manera en la que actuaban ellas, el patrón se está repitiendo en una tercera generación.

 

Si queremos ser personas prósperas, si queremos estar económicamente mejor de lo que estuvieron nuestros padres, si queremos heredarles a nuestros hijos bases económicas para emprender, debemos ser trabajadores (y enseñar a trabajar a nuestros hijos).

El trabajo da fruto.

Proverbio 14:23 (NVI)

23 Todo esfuerzo tiene su recompensa, pero quedarse solo en palabras lleva a la pobreza.

 

Debemos ser personas trabajadoras y esforzadas, pero también debemos aprender a utilizar con sabiduría los recursos y los beneficios que obtenemos a través de nuestro trabajo, porque de nada sirve que trabajemos mucho y hagamos dinero para malgastarlo y cuando llegue una necesidad no tengamos nada.

Y no nos tenemos que ir al extremo de ser afanados y esclavizarnos al trabajo, no estamos hablando de eso, acuérdese que ser diligente es ser eficiente, rápido, no ser esclavo del trabajo, debemos descansar, Dios estableció un día de descanso, él mismo descansó después de haber trabajado creando los cielos y la tierra, nosotros también debemos hacerlo, el punto es no descansar cuando hay que trabajar.

 

Tal vez nuestros padres o abuelos no fueron personas muy esforzadas y eso fue lo que aprendimos y así somos ahora nosotros, y eso nos tiene estancados en una economía floja. Si nuestros padres fueron personas muy trabajadoras, pero no nos enseñaron a trabajar, no repitamos el patrón con nuestros hijos, aprendamos a ser esforzados nosotros y enseñemos a nuestros hijos a serlo. Hay personas a las que no se les da solito eso de trabajar y ser diligentes, si tú eres una de estas personas, que reconoces que tienen que andar atrás de ti para que hagas las cosas, déjame decirte que eso se puede cambiar con esfuerzo, disciplina y constancia y sobre todo recordando que todo lo que hacemos, lo hacemos para Dios y no para los hombres.

¿Cómo podemos romper la cadena económica?

ESTABLECIENDO PRIORIDADES

 

Este punto es muy importante, porque si no establecemos prioridades nuestro dinero va a acabar en cualquier lado menos en donde se necesita.

Hemos escuchado muchas pláticas de finanzas sanas, de cómo podemos administrar mejor nuestro dinero, pero a veces es difícil ponerlo en práctica porque no somos ordenados.

Hay 2 prioridades principales que todos deberíamos tener en cuenta a la hora de administrar nuestro dinero: 1) el diezmo y 2) nuestra casa, después de esos usted enliste las prioridades que se ajusten a su vida y sus necesidades.

Vamos a ver por qué estas deben ser nuestras prioridades principales y por qué en ese orden.

El diezmo:

Como decíamos al principio, entre las cosas que heredamos de nuestros padres también se encuentran costumbres o hábitos, tal vez no venimos de familias cristianas, así que eso del diezmo es o fue algo totalmente desconocido para nosotros cuando llegamos a Cristo. El no diezmar no nos permite prosperar. Decíamos también al principio que muchas cosas que nos impiden mejorar nuestra economía son debido a prácticas por ignorancia, probablemente no sabíamos que ondas con el diezmo, pero ahora lo sabemos.

 

Malaquías 3:10-12

10 Traigan íntegro el diezmo para los fondos del templo, y así habrá alimento en mi casa. Pruébenme en esto —dice el Señor Todopoderoso—, y vean si no abro las compuertas del cielo y derramo sobre ustedes bendición hasta que sobreabunde. 11 Exterminaré a la langosta, para que no arruine sus cultivos y las vides en los campos no pierdan su fruto —dice el Señor Todopoderoso—. 12 Entonces todas las naciones los llamarán a ustedes dichosos, porque ustedes tendrán una nación encantadora —dice el Señor Todopoderoso—.

 

Dios quiere bendecirnos y prosperarnos, una de las maneras en las que lo hace es cuando somos obedientes y traemos íntegros nuestros diezmos. Y para que el diezmo llegue íntegro, debe ser lo primero que apartamos cuando recibimos el fruto de nuestro trabajo, Dios debe ser la prioridad número uno en nuestra vida en cualquier área. Muchas veces lo dejamos al último a ver si nos ajusta o le pellizcamos tantito para completar otra cosa, como Dios no manda cobradores a la casa nos hacemos de la vista gorda con el diezmo, pero esto no debe ser así. Si no diezmamos, no nos va a ajustar el dinero que ganemos, porque le estamos robando a Dios, estamos siendo desobedientes a él y le estamos quitando el primer lugar en nuestra vida.

 

La segunda cosa en nuestra lista de prioridades debe ser nuestra casa. Se puede escuchar obvio, pero para muchas personas el proveer para su casa no es una prioridad, llega la quincena y primero los compromisos con los amigos, las deudas y ya para cuando llegan a la casa ya llega el chivo medio muerto, incluso hay quienes son muy generosos con otras personas, pero dejan en necesidad a su propia familia.

 

1 Timoteo 5:8 (NVI)

8 El que no provee para los suyos, y sobre todo para los de su propia casa, ha negado la fe y es peor que un incrédulo.

 

¿Se saben la canción de Oye Bartola? Yo nunca la había escuchado completa y siempre creí que se trataba de que el marido le daba nada más esos 2 pesitos (que en estos tiempos es muy poco), pero en esos tiempos de Pedro Infante si ajustaba para todos los encargos que le hacía a Bartola, pero dice la canción que él le da todito el dinero que gana (está haciendo bien porque está proveyendo para su casa), pero también dice ella gasta que da horror, por eso él no es rico, por ser despilfarrador. Debemos tener mucho cuidado en qué hacemos con lo que recibimos. Señores pongan como prioridad su casa, no vaya a ser que sean tomados por incrédulos como dice Timoteo, mujeres pidámosle sabiduría a Dios para administrar correctamente y para en vez de ser como Bartola, seamos como esa mujer que describe Proverbios.

 

Proverbios 31:11-12 (NTV)

11 Su marido puede confiar en ella, y ella le enriquecerá en gran manera la vida. 12 Esa mujer le hace bien y no mal, todos los días de su vida.

 

En este capítulo de proverbios nos da una descripción de todo lo que hacemos las mujeres, nosotras somos todólogas, ¿verdad?, somos amas de casa, comerciantes, costureras, doctoras, etc., el ser buenas administradoras debe de ser una característica más en esa lista de elogios para nosotras, así como proveer para nuestra casa debe ser una prioridad, administrar bien ese dinero debe de serlo también.

 

Establezcamos prioridades para administrar nuestras ganancias conforme a los principios que nos enseña la Biblia, actuemos diferente a como actuaron nuestros padres y abuelos, por ignorancia o por necedad, seamos ejemplo a nuestros hijos, debemos inculcarles buenos hábitos desde pequeños como diezmar y aportar a la casa (dinero o trabajo) y comenzaremos a ver resultados diferentes en nuestros bolsillos.

 

 

 

¿Cómo podemos romper con la cadena económica?

NO AMANDO EL DINERO

 

Al principio les decía que tal vez en nuestra familia la falta de dinero no ha sido el problema, pero el dinero si ha sido el problema.

Dice la Biblia que la raíz de todos los males es el amor al dinero.

 

1 Timoteo 6:9-10 (NTV)

9 Pero los que sólo piensan en ser ricos caen en las trampas de Satanás. Son tentados a hacer cosas tontas y perjudiciales, que terminan por destruirlos totalmente. 10 Porque todos los males comienzan cuando sólo se piensa en el dinero. Por el deseo de amontonarlo, muchos se olvidaron de obedecer a Dios y acabaron por tener muchos problemas y sufrimientos.

 

El dinero y la riqueza no son malas, lo leímos en Deuteronomio, Dios nos da la fuerza para obtener riqueza, el dinero no es malo es necesario, pero amar el dinero, ese si es un problema.

Creo que este es un problema común que podemos ver no solo en estos tiempos sino desde otras generaciones atrás, todos conocemos historias de personas que por querer desenterrar “tesoros” se volvían locas, literalmente; conocemos familias que están peleadas por la herencia que dejaron o que van a dejar los papás; vemos como dejan a los papás en la calle por quitarles una casa o un ahorro. La avaricia es mala, el dinero no.

 

El amor al dinero se refleja de diferentes formas, puede ser con trabajo excesivo siempre por el afán de hacer dinero sin que haga falta realmente; puede reflejarse en la adquisición de cosas lujosas que no van acorde al nivel de vida de la persona y solo por aparentar; el amor al dinero puede reflejarse en la tacañería, el hecho de no disfrutar de los frutos de tu trabajo con el pretexto de “ahorrar”, cuando en realidad estás acumulando o atesorando, porque el hecho de saber que tienes dinero ahorrado te da seguridad.

 

Tal vez de chiquitos tuvimos muchas carencias y ahora con nuestro trabajo y esfuerzo hemos podido cambiar esa situación, pero debemos tener mucho cuidado de no caer en el extremo de poner el dinero antes que a Dios. Dice la Biblia que las riquezas son inciertas, que no debemos poner nuestra confianza en ellas.

Mateo 6:33 (NTV)

33 Busquen el reino de Dios por encima de todo lo demás y lleven una vida justa, y él les dará todo lo que necesiten.

 

Cuando algo ocupa el primer lugar en nuestro corazón, ese algo nos llevará directo a la ruina, porque le está quitando el primer lugar a Dios y si él no es lo primero para nosotros, nada de lo que hagamos nos va a prosperar. En cambio, cuando Dios es el primer lugar en nuestra vida y nos alineamos a vivir dirigidos por sus principios, todo lo que hagamos él lo va a prosperar, él nos dará todo lo que necesitamos, así lo ha dejado por escrito en su palabra, por lo tanto, es verdad y se cumplirá.

 

Debemos ser personas trabajadoras y esforzadas, buenos administradores de nuestros recursos, disfrutar las ganancias y los frutos de nuestro trabajo, ahorrar para el futuro, pero nunca debemos permitir que hacer dinero sea nuestro enfoque en la vida.

 

 

 

Tu y yo podemos ser un parteaguas en la historia de nuestra familia, tu y yo conocemos a Dios y sabemos que él puede cambiar el rumbo de nuestra vida y de la vida de nuestras generaciones, pero eso no va a ocurrir por arte de magia o por pensar positivo únicamente, los cambios van a ocurrir cuando abracemos la palabra de Dios y la pongamos en práctica.

Nunca es tarde para comenzar a actuar, para hacer un cambio en nuestros hábitos que nos lleven a un cambio en nuestra forma de vivir.

Dios quiere que seamos personas prósperas, personas exitosas, que nos vaya bien en la vida; él nos ha dado habilidades, talentos, dones, inteligencia, fuerza, para lograrlo.

Si queremos cambiar el rumbo financiero de nuestra familia debemos ser diligentes, esforzados, su palabra dice que el trabajo es una bendición y Dios nos bendice a través de nuestro trabajo. Pidamos a Dios bendición para nuestros jefes, para nuestros empleados, para nuestros clientes.

 

Debemos cambiar nuestra mentalidad y comenzar a establecer prioridades en nuestra vida, quién tiene que recibir primero el fruto de nuestro trabajo, debemos ser buenos administradores con lo que llega a nuestras manos, ser obedientes y dar nuestro diezmo, proveer para los nuestros, ser generosos con los necesitados, ser previsores y ahorrar para cuando venga el día malo.

 

Si queremos que nuestra economía cambie para bien, no debemos permitir que nada, especialmente el dinero, tome el primer lugar en nuestra mente y en nuestro corazón. Debemos confiar en que Dios cumplirá sus promesas de bendición y prosperidad para nuestra vida, si nosotros le damos el primer lugar en nuestra vida a Él.

 

Llevemos a la práctica estas cosas en forma personal y familiar, enseñemos a nuestros hijos a ser trabajadores, a darle a Dios lo que le corresponde y a no amar el dinero. Si desde pequeños les inculcamos estos valores bíblicos, crecerán con una mentalidad sana respecto al dinero, con hábitos que darán buen fruto, serán personas de bien para la sociedad. El mundo necesita más personas que vivan los principios de Dios y los contagien a su alrededor.

 

Dios nos ama como somos, pero no quiere dejarnos como estamos.

 

 

 

Si tu sientes que estás atascado económicamente, si sabes que no has obedecido algunos de los principios que nos enseña la Biblia, si has podido identificar cosas en las que estás fallando, porque no sabías cómo se tenían que hacer o porque no pensabas que eso fuera lo que estaba afectando tu economía, por la razón que sea, si tu sientes que necesitas romper con esta cadena y que necesitas comenzar a hacer cambios en tu vida y en la de tu familia, te invito a que hagamos juntos una oración.

 

Señor Jesús, perdóname porque no he sido una persona diligente, no he sido lo suficientemente esforzado en mi trabajo, he sido conformista y ahora sé que eso no es lo que tú esperas de mí. Quiero reflejarte a ti en mi trabajo, quiero hacer todo para ti, para agradarte y honrarte con todo lo que hago y lo que tengo y lo que soy.

Ayúdame a ser organizado con mis finanzas, no he sido un buen administrador de lo que tú has puesto en mi mano, me cuesta trabajo serte fiel con mi diezmo, ayúdame a cambiar esa situación; enséñame a ser responsable con mis obligaciones y esforzarme para cubrir las necesidades de mi familia.

Quiero aprender a buscarte a ti cada día de mi vida, no quiero que el dinero esté en mi corazón, quiero aprender a confiar en ti y en que tú suplirás todo lo que me haga falta conforme a tus riquezas en gloria.

Ayúdame a cambiar, no quiero seguir cometiendo los mismo errores y pecados que mis padres y abuelos, ayúdame a romper toda atadura que no me permita prosperar. Enséñame a inculcarles a mis hijos y mis nietos tu palabra y tus mandamientos, queremos ser una familia que te honre y que te sirva. Consagramos a ti nuestras generaciones venideras.

En el nombre de Jesús, amén.

 

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