Tres momentos de tensión en la paternidad
Tres momentos de tensión en la paternidad.
Hoy estamos terminando nuestra serie: Las tensiones de la paternidad. Hemos aprendido que la paternidad implica fe porque hay situaciones especiales, y circunstancias cruciales que van mas allá de nuestra capacidad de maniobra.
La paternidad no es una tarea fácil, ni de corta duración, ni con resultados a corto plazo. Aunque pases quince años en el ejercicio de la paternidad no puedes cantar victoria, por eso la paternidad implica fe y persistencia.
Si queremos aprender con exactitud lo que es un padre, debemos observar la paternidad de Dios revelada a nosotros a lo largo de toda la escritura. La Biblia nos muestra que Dios es un padre que ama, es un padre que acompaña, es un padre que disciplina y es un padre que restaura.
En el evangelio de Lucas se encuentra una historia que contó Jesús para ilustrar el gozo que hay en los cielos cuando un pecador se arrepiente. Es precisamente la historia de un padre que tiene dos hijos. Es la famosa parábola del hijo Pródigo. Allí podemos aprender mucho acerca de la paternidad. Vamos a revisarla.
Lucas 15:11-24 11 También dijo: Un hombre tenía dos hijos; 12 y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes. 13 No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente. 14 Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle.15 Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos. 16 Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba. 17 Y volviendo en sí, dijo: !!Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! 18 Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. 19 Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros. 20 Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó. 21 Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo. 22 Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies. 23 Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta; 24 porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse.
Jesús contó esta historia porque mucha gente se acercaba a escucharlo y a convivir con él. El conflicto fue que eran gente no grata en la óptica religiosa judía de aquel tiempo. Y Jesús los recibía, y les amaba y les ayudaba y convivía con ellos. A los fariseos y religiosos les molestaba que Jesús tuviera trato con ellos; y por eso murmuraban de el.
En este capítulo Jesús contó tres parábolas: la de la oveja perdida, la de la moneda perdida y esta última, la del hijo perdido. En las tres parábolas se resalta una sola cosa: el gozo de Dios por encontrar lo que se perdió. Como todo mundo ha tenido una pérdida, pues todos podemos identificarnos con estas historias.
Jesús contó la historia del hijo prodigo para enseñarles a los fariseos que Dios, el padre, se alegra cuando un pecador representado por el hijo que se va lejos, se arrepiente y vuelve a El. Y declara que hay fiesta en los cielos cuando este milagro ocurre.
Esta historia nos permite apreciar tres momentos de tensión que todo padre va enfrentar en el proceso de educar a sus hijos. Pero antes de seguir les comparto esta verdad:
Educar a nuestros implica tensiones que debemos manejar con la ayuda de Dios y la orientación de su palabra.
¿Que tensiones podríamos enfrentar al educar a nuestros hijos?
La libertad, o el control.
En el proceso de educar a nuestros hijos ¿Les daremos libertad o trataremos de controlar sus vidas?
Esta historia nos presenta a un hijo que quizo irse de casa y a un padre que se lo permitió. ¿Hizo bien en dejarlo ir o hizo mal? ¿Debería el padre haber cerrado la puerta negra con tres candados, o estuvo bien que lo dejara salir?
La tendencia de todo padre protector es no dejar ir a los hijos porque algo malo les puede pasar. Y en esta historia vemos que al hijo que se fue, no le fue bien. Pero el se quiso ir y su padre se lo permitió.
El padre hubiera podido decirle: ¡te vas pero no te llevas nada de aquí! Tal vez el hijo no se hubiera ido ¿Cómo se iba a ir si no tenía los medios? Eso pudiera interpretarse como control. Cada quien puede tener su opinión al respecto pero el padre de esta historia le dio la libertad de irse. Y el hijo se fue tan lejos como pudo, e hizo todo lo contrario a lo que su padre siempre quizo para El.
¡Que desgarradoras han de haber sido las historias que le llegaban a sus oídos! ¿Cuántas veces sintió el padre que su corazón se rompía en mil pedazos por escuchar las historias del cómo su hijo se perdía? Sin embargo, ante la tensión que todo padre experimenta en algún momento de su vida, el escogió darle libertad en lugar de controlarlo o manipularlo.
¿Usualmente como manipulas a tus hijos? ¿Mediante el temor y la amenaza? ¿Mediante el chantaje emocional? ¿Finges enfermedades? ¿Cómo le haces generalmente para evitar que se vayan, o que si se van no disfruten y regresen pronto para tenerlos de nuevo bajo tu control? ¿Cómo le hacían tus papás para controlarte a ti?
En cuanto a dejarlo ir o no, cualquiera de las dos decisiones hubieran tenido sus propias consecuencias. Por ejemplo, Los hijos que nunca salen de casa a veces se vuelven co dependientes de sus padres, e incapaces de enfrentar la vida solos. Algunos chicos que crecen dentro de una burbuja, cuando salen de ella se des controlan. Parece que esto le ocurrió a este joven. También existen excepciones a la regla.
En este caso, el padre escogió dejarlo ir sabiendo que se podía perder y así paso: el chico se perdió. Al parecer el padre lo protegió mientras pudo pero llego el momento en el que no pudo contenerlo mas y le permitió que se fuera. Le dio libertad.
Pero esta punto nos da para mucho, por ejemplo; Pregunta para lo jóvenes: ¿Si tuvieras la oportunidad de irte con todas las ventajas que siempre quisiste: el carro, el dinero y la llave de la casa te portarías bien o mal? ¿Harías lo que sabes que es correcto, lo que tus padres siempre quisieron para ti, o harías todo lo contrario?
Todos sabemos que es lo que harías. Porque seguramente es lo que todos hicimos cuando tuvimos esa misma oportunidad.
Por otro lado; en cuanto a Dios, cada uno de nosotros nos hemos ido tan lejos de Dios como quisimos. Y el nos lo permitió. Tu y Yo hoy estamos tan alejados de Dios como hemos escogido estar. Y Dios nos ha dado libertad de elegir. Porque el no quiere robots. Quiere hijos. Hijos que no tengan que estar con El, sino que quieran estar con El por voluntad propia. Ninguno de ustedes serán forzados por Dios; tu y yo siempre tendremos la libertad de acercarnos a El, o de alejarnos porque el padre celestial es un padre de libertad no de control. De hecho Los padres que controlan tienen menos posibilidades de que sus hijos vuelvan a casa.
¿Cómo saber si darle libertad es lo correcto? Obvio, hay edades que debes controlar y proteger al cien por cierto. Pero en la medida que crecen vas dándoles libertad de elegir.
Necesitamos la sabiduría de Dios y el tacto porque cada hijo y cada circunstancia son únicos.
También debemos estar conscientes del momento de nuestro hijo, y debemos estar conscientes del temperamento de nuestro hijo. Obvio que hay comentos en los que no debemos permitirles irse. Sobre todo en la niñez. Pero es obvio que habrá momentos donde no podremos impedir que se vayan. Cuando ya son jóvenes. ¿Cual es la mejor manera de educar a nuestros hijos? Yo conozco padres bien liberales que tiene hijos excelentes; y conozco padres bien duros que tienen hijos excelentes también y viceversa. No hay una regla general. Por eso hemos dicho que la paternidad implica confianza en Dios.
¿Que tensiones podríamos enfrentar al educar a nuestros hijos?
El dejarlos aprender o el evitarles el sufrimiento.
El segundo momento de tensión es cuando nuestros hijos están en aprietos debido a sus errores o pecados, ¿Que haremos? ¿Esperaremos a que aprendan las lecciones de la vida, o correremos a rescatarlos sin que aprendan la lección?
Que momento mas crítico en la paternidad que cuando nuestros hijos están en un aprieto. Y entre mas gordo sea el aprieto mas grande es la tensión interna en los padres y mas grande es el deseo de correr a salvarlo.
Los padres estamos diseñados por Dios para acudir en auxilio de nuestros hijos. Sin embargo, los padres también debemos recordar que los seres humanos maduramos en la medida que aprendemos y a veces aprendemos en la medida que sufrimos. En cuanto a los hijos, Si los privas del sufrimiento los privas de la enseñanza.
El sufrimiento es parte de la disciplina del aprendizaje. Y esto es quizá una de las áreas en las que mas fallamos los padres. No podemos ver a nuestro hijo sufrir porque de inmediato queremos actuar. ¿Cuantos padres sacan de la cárcel a su hijo que infringió la ley? Lo sacan solo para que caiga de nuevo. ¿Por qué cae de nuevo? Porque no aprendió la lección.
En el caso de nuestra historia, no vemos a un padre que fue a buscar a su hijo a la cantina, ni al chiquero. Vemos a un padre que esperó a que el hijo aprendiera la lección; a que volviera en sí.
El pecado es como un embrujo que enceguese el corazón del joven y mientras el padre lo continúe rescatándolo el embrujo no se romperá. ¿Sufrió el padre de la historia mientras el hijo estaba fuera de casa? Claro que sufrió. Como hoy mismo sufren algunos padres aquí presentes por saber la condición en la que se encuentran sus hijos. Pero si siempre corres a salvarlos, ellos nunca aprenderán la lección. Nunca volverán en si.
la paternidad implica confianza en Dios. Porque hay momentos en los que lo único que puedes hacer por tu hijo es orar y confiar. Confiar que así como un día nosotros volvimos en si y entendimos que lejos de Dios no hay vida, así lo comprendan ellos. Confiar en que lo poco que pudimos hacer bien en cuanto a educarlos, dé su fruto por la obra de Dios en ellos.
A los padres presentes les digo, confíen en que así como la luz de Dios brilló para ustedes en la mas densa obscuridad así brillará también para sus hijos. Así como el hijo pródigo en su miseria y en su obscuridad, comiendo comida de cerdos y viviendo entre el lodo del pecado volvió en sí así tus hijos también pueden volver en sí. Y quizá después de haber llorado un poco mas de lo que les gustaría, aprenderán una lección que nunca olvidarán.
A los Jóvenes les digo, hay dos maneras de aprender en la vida. Aprendes a través del consejo o aprendes a través del dolor. El consejo generalmente viene del dolor de otros. ¿Quieres experimentar por ti mismo el dolor de equivocarte? Adelante, pero lo mas inteligente sería equivocarte en lo que no sabes que puede pasar, no en lo que es obvio porque ya otros pasaron por allí. Tus padres no te pueden vigilar las veinticuatro horas del día a fin de cuentas tu te enfrentarás a la decisión de hacer lo correcto o no hacerlo porque en esos momentos estarás tu sólo. Pero a los padres les digo, si no permites que tu hijo o hija aprenda la lección de lo que cuesta vivir una vida desordenada nunca lo aprenderán.
Por otro lado, quizá aquí hay algunos hijos de Dios que han estado fuera de su casa y fuera de su familia. Ya te has hundido en el lodo, ya has experimentado el dolor mas profundo, la vida te ha gritado de muchas maneras que ese camino no es el mejor ni para ti ni para la gente que amas ¿Qué esperas para reaccionar? ¿Qué esperas para volver en ti y comprender que lejos de Dios no hay vida?
¿Que tensiones podríamos enfrentar al educar a nuestros hijos?
La gracia para restaurar o el juicio para culpar.
El tercer momento de tensión es cuando nuestros hijos regresan quebrantados: ¿Actuaremos con gracia o los juzgaremos con justicia?.
La historia del hijo pródigo es una historia de gracia. El padre trató al hijo como no merecía: le dio la herencia que no merecía y también le dio el perdón y restauración que no merecía.
Esta historia nos muestra la gracia de Dios. El nos trata como el amor que no merecemos.
La gracia no tiene que ver con lo que mereces. De hecho por gracia recibes el perdón que no mereces y es así exactamente como actuó el padre de nuestra historia.
El padre corrió hacia su hijo que aún venía lejos, lo abrazó, lo besó, le preparó una fiesta de bienvenida y le restauró su posición de hijo. ¿Que es eso? Es actuar con gracia.
Con esta historia, Jesús estaba dejándole claro a los fariseos del inicio del capítulo que todos esos pecadores, prostitutas y recaudadores de impuestos que ellos juzgaban, delante de los ojos de Dios eran amados y serían tratados no como se merecían sino que recibirían precisamente el perdón que no merecían al arrepentirse.
El padre actuó con gracia, al ver el arrepentimiento de su hijo. La gracia no se gana con arrepentimiento; de hecho, si se gana, ya no es gracia. Pero el arrepentimiento significa que el hijo aprendió la lección.
Cuando los padres actuamos con gracia antes del arrepentimiento de nuestros hijos, impedimos que aprendan la lección. Cada hijo debe saber que cuando infringen la ley habrá castigo y el castigo es parte de la gracia. Pero al volver el hijo a casa después de haber aprendido la lección el padre no lo juzgó, lo amó. No le dijo el clásico: ¿Que te dije? ¿Ya vez? ¡Hay vienes con la cola entre la patas!…
Ya suficiente había tenido el hijo como para regresar a casa y recibir mas acusaciones.
Cada padre deberá ser sensible para discernir cuando es el tiempo de actuar con gracia con sus hijos, así como el padre de esta historia.
Esta historia nos ayuda a entender porque algunas personas que lejos de Dios hicieron mucha maldad, al llegar a Dios gozan de mucha bondad ¿Cuál es la explicación? La gracia de Dios. El favor no merecido de Dios que se extiende a todo aquel que con un corazón arrepentido le busca.
Llamar al grupo
Es posible que aquí haya padres que están en la tensión de cómo actuar ante sus hijos que reclaman libertad y temen dárselas; o quizá tienen hijos que han actuado mal y nos sabes como actuar ante eso. La respuesta no es como actuar sino cuando.
Nuestro deber como padres que conocen a Dios es actuar con libertad y gracia; el cuando, lo determina el momento de nuestros hijos. Si te precipitas a dejarlos o ir; o te precipitas a rescatarlos antes de tiempo quizá no tendrás los mejores resultados. Debemos pedir a Dios discernimiento y confiar que el nos guiará en las desiciones que tomemos.
Si tus hijos han tomado desiciones equivocadas déjalos que aprendan la lección; pero si vez que ya han aprendido, y muestran arrepentimiento actúa con gracia porque nuestro actuar les mostrará de alguna manera el como actúa Dios.
Cantar.
La paternidad no es fácil. Es una de las actividades mas complicadas del ser humano. El ejercicio de la paternidad nos acerca a Dios. Nos asemeja a El. Es importante que cada padre conozca a Dios para que lo represente correctamente.
Es posible que aquí entre nosotros haya quienes se sientan alejados de Dios. Que sientan que su maldad no les permite acercarse a Dios. Quizá hasta has sufrido las críticas de gente moralistas, o de gente que ha hecho las cosas distinto a ti. Si ya aprendiste la lección de que vivir lejos de Dios no es lo que te conviene, ven a el. Hay una fiesta esperándote, No serás juzgado, serás tratado con gracia.