Jesús y la juventud
Jesús y la juventud.
Seguimos en nuestra serie Encuentros que transforman.
Estamos revisando encuentros que Jesús tuvo con distintas persona, las cuales fueron transformadas por ese encuentro con Jesús. Fueron personas reales, con vidas reales que fueron transformadas por Jesús. Ya observamos el encuentro de Jesús con la mujer samaritana y el encuentro con Pedro.
Jesús no excluyó a ninguna persona o grupo de personas por su edad o género. Jesus se encontró con hombres y mujeres, pero también se encontró con jóvenes y niños. Para Jesús todos somos importantes, tu eres importante para Jesús sin importar tu edad o género. El quiere transformarte en una mejor persona, quiere transformar tu vida para que sea una mejor vida. Quiere transformar tu entorno usando tu vida. Pero lo mas importante, Jesús quiere salvarte y darte la vida eterna.
Durante esta serie hemos venido repitiendo esto: La persona con la actitud correcta que se encuentra con Jesús será transformada.
La clave para sufrir una transformación al encontrarte con Jesús es tu actitud, porque no todos los que se encontraron con Jesús fueron transformados. Como dijimos, muchos fariseos siguieron siendo religiosos, y muchos pecadores siguieron siendo pecadores. Faltó una actitud correcta para ser cambiados.
Cada semana hemos dicho que hay elementos importantes que contribuyen a la transformación de la vida; por ejemplo: la mujer samaritana tenía una profunda sed de Dios, tenía una sinceridad absoluta y una disposición total. ¿Quien no cambiaría con esos elementos en su vida?
En el caso de Pedro, el incluyó a Jesús en sus actividades profesionales; compartió con otros las bendiciones de Dios; es decir, su éxito. Y reconoció a Jesús como Dios y salvador. Pedro descubrió que Jesús no era solo para escucharlo, era también para llevarlo al trabajo, a la familia y donde quiera que fuera y vivió con el milagros increíbles.
Hoy observaremos el encuentro de Jesús con dos hombres. No sabemos sus nombres, solo sabemos que no eran mayores, de uno se dice que era un muchachito, y al otro se le conoce como el joven rico. Eran de dos sectores socioeconómicos distintos: Uno era rico y el otro era un muchacho con pocos recursos. Ambos tuvieron un encuentro con Jesús, pero uno, presenció un milagro multiplicador, y el otro se fue muy triste y con dolor por su incapacidad de hacer lo que Jesus le pidió hacer. Hoy hablaremos de Jesús y la juventud.
Vamos revisar ambas historias. La primer historia se encuentra en Juan 6:1-14 vamos a revisarla:
Juan 6:1-14NTV 1 Después Jesús cruzó al otro lado del mar de Galilea, conocido también como el mar de Tiberias. 2 Una gran multitud siempre lo seguía a todas partes porque veía las señales milagrosas que hacía cuando sanaba a los enfermos. 3 Entonces Jesús subió a una colina y se sentó allí rodeado de sus discípulos. 4 (Ya era casi el tiempo de la celebración de la Pascua judía). 5 Enseguida Jesús vio que una gran multitud venía a su encuentro. Dirigiéndose a Felipe, le preguntó:
—¿Dónde podemos comprar pan para alimentar a toda esta gente?
6 Lo estaba poniendo a prueba, porque Jesús ya sabía lo que iba a hacer.
7 Felipe contestó:
—¡Aunque trabajáramos meses enteros, no tendríamos el dinero suficiente para alimentar a toda esta gente!
8 Entonces habló Andrés, el hermano de Simón Pedro: 9 «Aquí hay un muchachito que tiene cinco panes de cebada y dos pescados. ¿Pero de qué sirven ante esta enorme multitud?».
10 Jesús dijo: «Díganles a todos que se sienten». Así que todos se sentaron sobre la hierba, en las laderas. (Sólo contando a los hombres sumaban alrededor de cinco mil). 11 Luego Jesús tomó los panes, dio gracias a Dios y los distribuyó entre la gente. Después hizo lo mismo con los pescados. Y todos comieron cuanto quisieron. 12 Una vez que quedaron satisfechos, Jesús les dijo a sus discípulos: «Ahora junten lo que sobró, para que no se desperdicie nada». 13 Entonces ellos juntaron las sobras y llenaron doce canastos con los restos que la multitud había dejado después de comer de los cinco panes de cebada.
14 La gente, al ver la señal milagrosa que Jesús había hecho, exclamó: «¡No hay duda de que es el Profeta que esperábamos!».
Nueva Traducción Viviente. (2009). (Jn 6:1–15). Carol Stream, IL: Tyndale House Publishers, Inc.
La segunda historia se encuentra en Marcos 10:17-22 vamos a revisarla:
Marcos 10:17-22NTV 17 Cuando Jesús estaba por emprender su camino a Jerusalén, un hombre se le acercó corriendo, se arrodilló y le preguntó:
—Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna?
18 —¿Por qué me llamas bueno? —preguntó Jesús—. Sólo Dios es verdaderamente bueno; 19 pero para contestar a tu pregunta, tú conoces los mandamientos: «No asesines; no cometas adulterio; no robes; no des falso testimonio; no estafes a nadie; honra a tu padre y a tu madre».
20 —Maestro —respondió el hombre—, he obedecido todos esos mandamientos desde que era joven.
21 Jesús miró al hombre y sintió profundo amor por él.
—Hay una cosa que todavía no has hecho —le dijo—. Anda y vende todas tus posesiones y entrega el dinero a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Después ven y sígueme.
22 Al oír esto, el hombre puso cara larga y se fue triste porque tenía muchas posesiones.
Nueva Traducción Viviente. (2009). (Mk 10:17–22). Carol Stream, IL: Tyndale House Publishers, Inc.
Estas dos historias se tratan de encontrase con Jesús, el primer caso es un joven, quizá tímido que a través de alguien llegó a Jesús para ofrecer lo poco que tenía. El otro es un hombre mas seguro de si mismo que llega con Jesús directamente, sin intermediarios y le plantea sus dilemas.
El primero caso te da la impresión de ser un joven quizá adolescente, porque el relato lo describe como un muchachito. El otro, da la impresión de ser un joven maduro, o un adulto joven. Para la cultura de nuestros días, según la descripción quizá sería hombre de entre 29 y 33 años de sector económico agraciado.
El chico del primer caso al parecer es de escasos recursos porque su lunch eran cinco panes de cebada y dos pescados. Se dice que los panes de cebada eran de lo mas barato de su tiempo; de hecho el historiador Flavio Josefo, dijo que el pan de cebada era demasiado vil para que lo consuma el hombre,[1] entonces entendemos que el primer caso se trata de un chico sin muchos recursos económicos y el segundo un joven que bastantes bienes.
Por otro lado, uno de los jóvenes en su juventud aprende que hay que cumplir las reglas, hay que seguir la religión. El otro en su juventud aprende que hay que estar donde Dios se mueve, donde Dios hace cosas especiales. allí hay que estar. ¿Lo llevó su padre, o su madre? No lo sabemos pero el chico estaba allí.
Los finales de las historias son totalmente diferentes: mientras que uno presencia un milagro que hasta el día de hoy se comenta, se analiza y hasta se debate; el segundo se va con un dolor muy profundo dentro de su corazón.
Esto nos confirma nuestra verdad central, La persona con la actitud correcta que se encuentra con Jesús será transformada. Entonces, el elemento determinante para cambiar no es encontrarse con Jesús, sino tener la actitud correcta ante el. Muchos estuvieron con Jesús y no cambiaron. Muchos se acercan a las iglesias donde se predica a Jesús y no cambian. ¿Cual es la clave? Nuestra actitud ante Jesús.
Pero vamos a centrarnos en el primer caso, el del muchachito, el del final feliz.
¿Que elementos hay en la vida del muchachito, los cuales le permitieron vivir un milagro?
Deseos de estar donde Dios se mueve.
En esta historia ambos jóvenes se encuentran con Jesús, pero uno esta con Jesus porque enfrentó una urgencia, el otro simplemente quiere estar donde Jesús está porque sabe que allí Dios se mueve.
Al rico, le preocupaba donde iba a pasar la eternidad, la Biblia describe así ese momento:
Marcos 10:17-22NTV 17 Cuando Jesús estaba por emprender su camino a Jerusalén, un hombre se le acercó corriendo, se arrodilló y le preguntó:
—Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna?
El otro joven, simplemente no quiere dejar pasar la oportunidad de estar cerca de Jesús otra vez. Este chico quiere ver lo que ocurre donde Jesus está presente, quiere sentirlo, quiere verlo, quiere aprender de el. Así lo describe la Biblia:
Juan 6:2 2 Una gran multitud siempre lo seguía a todas partes porque veía las señales milagrosas que hacía cuando sanaba a los enfermos.
Entre esa gran multitud y por las mismas razones estaba ese chico. El no estaba allí por un problema, el no estaba allí por una crisis, el estaba allí porque quería ver lo que Dios era capaz de hacer.
El otro, está con Jesús aterrorizado por algo que le preocupa. Le aterroriza llegar a la eternidad sin tener resuelto ese asunto. ¿Porque le preocupaba la eternidad a este joven? No sabemos, quizá tuvo un accidente que casi le cuesta la vida. Quizá lo amenazaron de muerte y sentía que sus días estaban contados. Quizá acaba de morir un familiar cercano y fue expuesto a la realidad de la muerte. No lo sabemos; pero le preocupaba asegurar su destino eterno. Para el, este era un problema urgente, por eso vino corriendo y se postró ante Jesus.
Jesús atiende a ambos jóvenes. Cuando un joven tiene curiosidad por descubrir lo que Dios puede hacer en su vida, en su tiempo, y en su generación, y viene a Jesús por esos motivos, Jesús atiende a ese joven. Y ese joven presenciará milagros.
Cuando un joven tiene problemas urgentes, preguntas sin respuesta, dificultades existenciales, luchas en su identidad, Jesús tiende a ese joven y responderá a sus inquietudes.
No es lo mismo buscar a Jesús porque estas en problemas, o buscarlo para que arregle algo malo, que buscar a Jesús porque tienes curiosidad y hambre de descubrir hasta donde Él te puede llevar, y qué tantas cosas Él puede hacer en tu vida, en tu tiempo, con tu generación.
Quizá tu eres como el joven en problemas, tienes con dudas, traes complicaciones. Quizá son muy pocas cosas las que te gustan de tu vida, o de tu historia. Quizá hay millones de situaciones que tu quisieras que fueran distintas. Ven a Jesús, el te va recibir, pero ven con la actitud correcta.
O quizá tu eres como el joven que tiene curiosidad por descubrir hasta donde puede llegar lo poco que tienes en la manos de Dios; bienvenido, Jesús recibe lo que tienes y lo multiplica. Si lo entregas con fe, verás milagros cuando le entregues a Jesús lo que tienes.
Yo nunca imaginé que Jesús pudiera usar a un chico de veintitrés años, sin hijos, que no terminó la universidad, ni estudió música, ni estudio para pastor; para empezar una congregación, para grabar canciones que hicieran cantar a multitudes, o para inspirar a otros a seguir a Jesús. Era tan solo un chico curioso, hambriento de ver hasta donde Dios podía llegar con lo poco que yo tenía. Y hoy estoy asombrado.
Tu también te quedarás asombrado cuando veas todo lo que Dios hará en tu vida si te acercas a el con la actitud correcta, y si rindes a los pies de Jesús lo que tienes sea poco sea mucho.
Nota para los padres: enséñale a tus hijos a estar donde Dios se mueve. Que tus hijos te vean a interesado por estar donde Dios se mueve, y has lo propio para que tus hijos también estén allí.
¿Que elementos hay en la vida de este muchachito, los cuales le permitieron vivir un milagro?
Disposición a entregar a Jesús lo que tienes.
En ambas historias se presenta la oportunidad de dar, de entregar algo. En el primero la Biblia dice:
Juan 6:9 “…9 «Aquí hay un muchachito que tiene cinco panes de cebada y dos pescados. ¿Pero de qué sirven ante esta enorme multitud?».
Es interesante, a veces lo que uno tiene para dar, puede considerarse insuficiente. Este chico tenía en su poder cinco de cebada panes y dos pescados solamente. Alguien puso eso en sus manos. El los tenía.
En el segundo caso, la Biblia dice:
Marcos 10:21 21 Jesús miró al hombre y sintió profundo amor por él.
—Hay una cosa que todavía no has hecho —le dijo—. Anda y vende todas tus posesiones y entrega el dinero a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Después ven y sígueme.
Ambos tenían algo en su poder. ¿Quien se los dio, como lo consiguieron? No sabemos, solo sabemos que tenían algo en su poder. Obvio, uno tenía mas bienes que el otro, pero ambos jóvenes tenían que despojarse de algo.
Uno de los chicos, desde jovencito aprendió a dar lo que tenía, el otro desde joven aprendió a acumular riqueza. Cuando estuvieron ante Jesús, uno, sin problema se desprendió de lo que tenía y presenció un milagro; el otro, retuvo lo que tenía y se quedó con todo pero se fue triste, quizá se fue peor que como llegó a Jesús.
Que interesante, uno entrega lo que tiene y observa un milagro con lo que entregó; el otro lo retiene todo, pero se queda con su inquietud, mas una profunda tristeza. ¿Que convenía mas, entregar o retener?
¿Que te está pidiendo Jesús que le entregues? ¿Quiere que dejes algo? ¿Quiere que renuncies a algo? ¿Quiere que dejes a alguien? ¿Quiere que le entregues mas tiempo, quiere que le entregues tus diezmos, quiere que le sirvas en su iglesia? ¿Que tienes para entregar o que te está pidiendo Jesús?
El asunto del dar y despojarnos es determinante porque solo puedes dar lo que tienes. Si no lo puedes dar, no lo tienes, no es tuyo, quizá eso te tiene a ti. Piénsalo. Y si Jesús te pide que le entregues algo, no es porque quiere despojarte, es mas bien porque quiere que seas libre de algo que te posee a ti, que te controla a ti, que no te deja avanzar.
Quiero cerrar este punto diciendo esto: siempre que le he entregado a Dios algo que el me pide, he visto milagros increíbles de multiplicación en mi vida. Y siempre que me he rehusado a entregar lo que Dios me pide, la frustración posterior es agonizante.
Nota para los padres, no le enseñes a tus hijos a retener, enséñales a dar. No les quites las intenciones de dar. Cuando tus hijos tengan intenciones de dar, celébralas no lo critiques por dar, no le digas tonto.
¿Que elementos hay en la vida de este muchachito, los cuales le permitieron vivir un milagro?
Anhelo por ver que lo que tienes bendiga a otros.
A veces nosotros queremos que lo que le vamos a dar a Jesús sea solo para el. Que Jesús se quede con el. Y como no lo ponemos asegurar, pues mejor no damos nada. Por ejemplo: es clásico en las iglesias encontrar gente que dice: yo no diezmo porque el dinero es para el pastor. O yo no diezmo porque no quiero hacer rico al pastor etc.
O sea, si fuera para Dios si lo doy, pero como es para los que trabajan en la iglesia no lo doy. Pregunta: ¿Y como usa Dios el dinero que le dan a el? Pues Dios se lo da a los que trabajan para el para que lo distribuyan y administren. Porque Dios no tiene que pagar renta, ni luz, ni agua, ni teléfono, pero la iglesia si, y los que trabajan para Dios en la iglesia también. Obvio, lo que le damos a Dios, se usa aquí. Pero lo que tu le das a Dios ya no es tuyo, ni te incumbe lo que Dios haga con el.
El punto es que muchos piensan: si es para Jesús si lo doy, si es para otros no lo doy. A Jesus si le doy, a los demás no.
Pero este joven siempre supo que lo que iba a dar era para los demás. Se lo daría a Jesús, para que Jesús bendijera a los demás. Jesús no estaba buscando algo para comérselo el; estaba buscando algo para alimentar a la multitud. Veamos como lo presenta la Biblia:
Juan 6:5 5 Enseguida Jesús vio que una gran multitud venía a su encuentro. Dirigiéndose a Felipe, le preguntó:
—¿Dónde podemos comprar pan para alimentar a toda esta gente?
¿Para quien estaban buscando comida? Para la gente. No había oportunidad de que el chico dijera: si es para ti si, si es para ellos, bola de gorrones, no.
Juan 6:11 11 Luego Jesús tomó los panes, dio gracias a Dios y los distribuyó entre la gente. Después hizo lo mismo con los pescados. Y todos comieron cuanto quisieron.
¿Te imaginas, que Jesús le de gracias al Padre por algo que diste tu?
Todo lo que le damos a Dios se usa en bendecir a la gente. Lo que Jesús le pidió al joven rico era para ayudar a la gente. Lo que entregó el chico pobre era para alimentar a la gente. Lo que dimos en Diciembre era para la gente. Lo que damos aquí cada fin de semana es para bendecir a la gente; porque si podemos pagar la renta, la gente que viene aquí se beneficia. Si hay sonido, la gente que viene aquí se beneficia. Si hay salones para los niños, la gente que viene aquí se beneficia. Si hay quien administra los recursos, la gente que viene aquí se beneficia. Si hay quien nos ayuda con los powerpoint y videos, la gente que viene aquí se beneficia. Si hay alguien que mantiene limpio este edificio, la gente que viene aquí se beneficia. Si hay alguien que elabora alimento espiritual para todos, la gente que viene aquí se beneficia. etc. Todo lo que le damos a Dios es para bendecir a la gente, y el que lo da con ese entendimiento, será bendecido, el que no, se quedara con su dinero, pero también con su tristeza.
llamar al grupo de alabanza
Hoy aprendimos que podemos acercarnos a Dios por algo que nos preocupa y Dios nos va a recibir. Pero también podemos acercarnos a Dios tan solo por el deseo de estar con el y el nos va a recibir.
Hoy aprendimos que podemos dar lo que tenemos, aunque sea poco, y Dios lo va usar y lo va multiplicar para bendecir a otros. O podemos tratar de retener todo, pero nos quedaremos con la tristeza de sentir que no pudimos entregar lo que Jesús nos pidió.
Cantar
Dios esta buscando una juventud que tenga hambre de ver lo que Dios puede hacer en este tiempo.
Dios esta buscando una juventud dispuesta a despojarse entregar lo que Jesús le pide.
Dios está buscando una juventud que anhele ver que lo que hay en ellos pueda transforma la vida de otros.
Tu eres mas bendecido de lo que crees. Aprende a entregar tu tiempo, aprende a rendir tus talentos a Dios. Aprende a venir ante Jesús con hambre de descubrir todo lo que el puede hacer.
[1] F. Josefo, Jewish Antiquities, en H. St. J. Thackeray y R. Marcus, Josefo con traducción inglesa, The Loeb Classical Library, Londres y Cambridge, 1934, vol. V, pp. 100, 101.
Hendriksen, W. (1981). Comentario al Nuevo Testamento: El Evangelio según San Juan. Grand Rapids, MI: Libros Desafío.